18 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

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Girón, 62 años de una honrosa victoria

Pluto fue el nombre que recibió otra de sus definidas herramientas anticubanas que, encabezada por la CIA y el Pentágono, pretendía concretar una invasión mercenaria a dos puntos sureños de la Isla: Playa Girón y Playa Larga

Enumerar las acciones de los Estados Unidos para liquidar la Revolución cubana ya resulta una titánica operación matemática. Pluto fue el nombre que recibió otra de sus definidas herramientas anticubanas que, encabezada por la CIA y el Pentágono, pretendía concretar una invasión mercenaria a dos puntos sureños de la Isla: Playa Girón y Playa Larga.

El establecimiento de una cabeza de playa y la constitución de un gobierno provisional contrarrevolucionario y simpatizante con la inmediata intervención de los Estados Unidos, eran los objetivos que perseguiría la maquinada operación militar que inició su periplo el 15 de abril de 1961.

Intensas fueron las jornadas de bregar revolucionario hasta que llegó el día 19. Apenas diez horas se le escapaban a la mañana cuando los territorios de San Blas y el aledaño pueblo de Bermeja regresaban a manos cubanas. La resistencia mercenaria, cada vez más desprovista de organización, sucumbía ante la pujanza del batallón de la Policía Nacional Revolucionaria, las milicias y los tanquistas encabezados por el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro. Inminente se avizoraba su fracaso, hasta que a las 5:30 de la tarde se confirmaba la noticia. El cerco mercenario había sido completamente derrotado.

La captura de 1197 mercenarios, la ocupación de cinco tanques medianos M-41 y disímiles tipos de armamento, el hundimiento de tres barcazas y dos buques y el derribo de diez bombarderos B-26 costó a las fuerzas rebeldes 176 muertos y más de 300 heridos, 50 de ellos discapacitados de por vida. El poderío de las fuerzas revolucionarias y el liderazgo de Fidel desmantelaban, en menos de 66 horas, las ansias de reinstauración neocolonial de los Estados Unidos en Cuba.

Cinco días después, la vergüenza y la frustración turbaban al presidente Kennedy. Admitía públicamente la responsabilidad de su gobierno en la invasión a Cuba. El prestigio de la Revolución se ensalzaba aún más internacionalmente, gracias a la rebeldía y renuencia de una pequeña Isla que, en contra del dominio de su gigante vecino, protagonizaba la primera derrota del imperialismo en América Latina.

El juramento que ponderaron los revolucionarios materializó su esencia en estas jornadas, el peso de la ignorancia cayó sobre los hombros enemigos. Antes, teñido de sangre, hasta que un suspiro de orgullo engrandeció nuestra historia. La entereza cubana regaló otra vez el color a nuestro cielo, de día iluminado por la flameante luz de la Patria y de noche por los eternos héroes que por ella batallaron hasta el final.

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