20 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Mariana Grajales

Las injusticias impuestas por España, el desprecio a su raza y las crueldades en el trato a los esclavos, provocaban en ella un sentimiento de rebeldía que crecía en la medida que conocía los movimientos conspirativos contra los colonialistas opresores de su país.

Mariana Grajales

La nombran «La Madre de los Maceo», «La Madre de todos los cubanos», «La Madre de la Patria» y Martí la llamó «Mariana Maceo», apellido de hombres valientes, corajudos, inscritos para siempre en la historia; mas, Mariana Grajales Cuello brilla con luz propia.

Cuando vino al mundo distaba mucho la fecha de la abolición de la esclavitud en Cuba, pero ella nació libre, porque sus padres, Teresa Cuello Zayas y José Grajales Matos, mulatos, lo eran, y ni siquiera habían sufrido ese flagelo.

A la formación de su carácter contribuyeron las labores en el campo en la finca propiedad de su progenitor, próxima a la ciudad donde residía la familia. A medida que crecía, se fue convirtiendo en una mujer recia, de principios inflexibles, trabajadora incansable y con una inteligencia natural, vivaz y ágil.

Muy joven contrajo matrimonio el 21 de marzo de 1831 con un mestizo también libre, Fructuoso Regüeiferos Echavarría, con quien tuvo sus primeros cuatro hijos varones.

Regüeiferos falleció el 5 de julio de 1840. Viuda, sola y pobre, tuvo que volver a la casa de sus padres.Unos tres años después conoce a Marcos Maceo con quien contrajo matrimonio el 6 de julio de 1851. De su amor surgió una familia numerosa, criada en el respeto a la autoridad de los padres, el trabajo y la entrega a la libertad de la Patria, y sus destinos estuvieron unidos hasta el día que él falleció en sus brazos, en septiembre de 1869, en la manigua, después de ser herido en un combate contra el ejército español.

Las injusticias impuestas por España, el desprecio a su raza y las crueldades en el trato a los esclavos, provocaban en ella un sentimiento de rebeldía que crecía en la medida que conocía los movimientos conspirativos contra los colonialistas opresores de su país a través de un selecto grupo de amigos que visitaban el hogar.

La historia recoge las palabras de Mariana cuando el 12 de octubre ante la petición de un insurrecto de cuál de los hijos le daba para la contienda, Marcos calla, ella va a un cuarto, toma un crucifijo, regresa y dice:

“De rodillas todos, padres e hijos, delante de Cristo, que fue el primer hombre liberal que vino al mundo, juremos libertar a la patria o morir por ella”. ¡Qué ejemplo de amor al prójimo! Alguien que la conoció por la época de la guerra la describió de la siguiente manera en un artículo en la revista Bohemia del 10 de diciembre de 1944: “(…) pasaba de los cincuenta y cinco, robusta, de regular estatura, más bien baja, nerviosa, de movimientos ligeros, resuelta de tal manera, que contrastaba con el carácter de su esposo…”.

Ni un minuto de flaqueza hubo en sus diez años de insurrecta, viviendo en cuevas y otros parajes similares a los de los cimarrones cuando huían del cepo y la muerte, cruzando ríos, subiendo montañas, bajo la lluvia o el sol ardiente de la zona más oriental de la Isla.

Ante cada desgracia prevaleció su fortaleza de espíritu, sucedió así al ver a Antonio en muy malas condiciones, con un hueco en el pecho, y le indicó a su hijo Marcos, quien no tenía todavía 14 años: “Y tú, empínate, porque ya es hora de que te vayas al campamento”.

Existe otra versión: “Y tú, muchacho, empínate, ya es tiempo de que pelees por tu Patria”. Una u otra, o como haya dicho la expresión, pone muy en alto el honor y el valor patriótico de esa cubana excepcional.

Fue solidaria, al curar tanto a los heridos del Ejército Mambí como a los españoles. Mucho sufrió Mariana durante esa década en la retaguardia mambisa. Allí afrontó la muerte en combate de sus hijos Fermín, Miguel, Julio y el fusilamiento de Justo, el deceso de su esposo, quien abrazó la causa por la independencia y luchó bajo las órdenes de su hijo Antonio, al lado de José, ambos heridos en varias ocasiones, al igual que Felipe, Marcos, Rafael y José Tomás.

La dimensión histórica de Mariana está presente en todas las hermosas páginas escritas por las mujeres cubanas de todas las épocas y sobre todo, de los últimos más de cincuenta años.

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