Milanés en el aliento romántico de Matanzas
Cantan a José Jacinto Milanés los poetas a lo largo del tiempo, en una ciudad que deviene mensaje de amor y recuerdo al matancero, considerado escritor insigne de Matanzas en el siglo XIX y valorado como una de las voces imprescindibles del primer romanticismo poético cubano en esa época.
José Jacinto Milanés Fuentes nació el 16 de agosto de 1814 y su vida se enlazó a esta villa de ríos y puentes, a la cual dedicó sus versos inolvidables.
En una breve compilación a partir de diversas fuentes, los historiadores reseñan que, aunque tuvo breves estancias en La Habana y en el extranjero, siempre retornó a su tierra natal, donde vivió apenas 49 años y alcanzó una labor creativa que elevó su nombre a los más significativos escaños de la literatura nacional e iberoamericana, hasta que perdió la razón y después sobrevino su muerte.
Milanés no tuvo una educación académica elevada. De hecho, por razones económicas hubo un frecuente cambio de domicilio; fue en 1832 cuando la familia heredó una casona matancera en la que vivió hasta el final de sus días, sita en la actual calle Milanés, entre Jovellanos y Matanzas, y en la que radica hoy el Archivo Histórico provincial.
No obstante, mantuvo una avidez por la lectura que biselaron su sensibilidad poética, dramatúrgica y ensayística muchas obras, las cuales publicó en las revistas habaneras. En Matanzas colaboró con La Aurora y El Yumurí.
A partir de 1835, con su asistencia a las tertulias de Domingo del Monte, se observa una evolución tangible hacia lo cubano y se sienten las impresiones de lo que llamamos actualmente la matanceridad.
En 1837 publicó en el Aguinaldo Habanero el célebre poema La madrugada, considerado entre los más notables y característicos de su poesía. Se cuenta que Víctor Hugo expresó a Justo de Lara al leer este poema: “¡Ese es un poeta! Hace más de treinta años que no hablo el español. Esas estrofas las he entendido todas”.
Su texto más famoso de los escritos en ese tiempo es El beso, con el tema del encuentro entre dos amantes, enlazado con las preocupaciones filosófico-moralistas del poeta.
De su creación teatral resalta El Conde Alarcos, drama que fue estrenado en 1838 en La Habana en el Teatro Principal, por la Compañía Duclós, con gran éxito de crítica.
En el año 1841, Milanés publicó en coautoría con su hermano Federico y bajo el seudónimo de Miraflor, el libro Los cantares del montero, primero en publicar décimas de calidad en la Isla.
Fue el año 1842 el que marcó el punto de partida de su deterioro mental. De las causas de su locura se ha creado la leyenda que cuenta el amor imposible por su prima Isa. Su estado se agravó hasta el momento de su fallecimiento en 1863.
Hoy recordamos la dicha de su nacimiento, la estrella de que un poeta como Milanés haya signado el rumbo de la Atenas de Cuba.
