25 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Panchito Gómez Toro, el hijo del Generalísimo (+Audio)

El ocaso de la Guerra de los Diez Años se acercaba y, en medio del frenesí mambí que convidaba a un país a luchar por su emancipación, el 11 de marzo de 1876 vio la luz por primera vez en la finca espirituana La Reforma el cuarto retoño de los revolucionarios Máximo Gómez Báez y Bernarda Toro Pelegrín y quien, bajo el nombre de Francisco Panchito Gómez Toro, devendría uno de los principales referentes de la rebeldía juvenil y la entrega a la causa libertaria de su nación. 
El ocaso de la Guerra de los Diez Años se acercaba y, en medio del frenesí mambí que convidaba a un país a luchar por su emancipación, el 11 de marzo de 1876 vio la luz por primera vez en la finca espirituana La Reforma el cuarto retoño de los revolucionarios Máximo Gómez Báez y Bernarda Toro Pelegrín y quien, bajo el nombre de Francisco Panchito Gómez Toro, devendría uno de los principales referentes de la rebeldía juvenil y la entrega a la causa libertaria de su nación.
Uno de los momentos más trascendentales de su existir fue el hecho de conocer en Montecristi al Apóstol José Martí Pérez, quien no solo quedó fascinado por su bondad y convicciones, sino que, además, lo sumó a su periplo por Tampa, Cayo Hueso, Costa Rica, Panamá y Jamaica durante el año 1894 para apoyarlo en los preparativos de la Guerra Necesaria.
Y, cual digno heredero de la vibra insurrecta de su progenitor, se vinculó al Ejército Libertador como integrante del quinto viaje del vapor Three Friends que, al mando del mayor general Juan Luis Rivera, desembarcó en septiembre de 1896 por la caleta de María La Gorda, Pinar del Río y, escenarios como Montezuelo, Tumbas de Estorino, Ceja del Negro, Galalón, El Rubí y El Rosario, entre otros, evidenciaron su denuedo en el campo de batalla y le valieron el ascenso a capitán.
Asimismo, Gómez Toro encontró en Antonio Maceo Grajales a otro de sus más importantes mentores, cuya experiencia militar e intransigencia merecieron su total admiración hacia el Titán de Bronce, junto a quien tristemente cayó el 7 de diciembre de 1896, cuando apenas dos décadas de vida se reflejaban en su ser.
Arrebató el colonialismo la vida al cuarto hijo del Generalísimo, Francisco Gómez Toro, quien pese a no ser testigo del destino de la Isla por su efímera existencia, quedó inmortalizado como uno de los más gloriosos íconos de la intrepidez juvenil antillana.

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