20 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Rolando Estévez y sus asuntos de la eternidad (+ audio y fotos)

Tras el rotundo sonido de las campanadas se eleva un alma. No es cualquier alma, sino la de un artista; uno completo, auténtico, único. Desde el cielo azul turquesa se desparrama el soleado día.

Tras el rotundo sonido de las campanadas se eleva un alma. No es cualquier alma, sino la de un artista; uno completo, auténtico, único. Desde el cielo azul turquesa se desparrama el soleado día.

Cae con toda su calidez sobre los hombros de quienes se reúnen en el cementerio de San Carlos, en Matanzas, para despedirse del amigo, del colega, del padre, del compañero de vida, del Maestro.

Hay un aire denso entre la gente. Unos a otros se abrazan, se aprietan fuerte las manos. Las lágrimas son inevitables cuando perdemos a un ser amado, pero las de hoy no solo son de dolor, algunas aparecen acompañadas por una imperceptible sonrisa. Esas son de agradecimiento por tanta devoción.

“Vigía ha trascendido los tiempos por Rolando Estévez, no hubiera existido sin él. Siempre hablamos del hecho fundacional, frente al cual estuvo Alfredo Zaldívar, pero es la editorial que es ante el mundo por la visualidad que implantó Estévez.

“En este hombre se conjugaban tres de las artes más importantes que existen: era un gran poeta de lo íntimo, de lo descarnado, un gran diseñador escénico, un hombre del teatro y un gran artista visual. Vigía es el resumen de esas tres artes en un libro.

“A Estévez debemos la lámpara que simboliza a Vigía, confesó Agustina Ponce, directora de Ediciones Vigía.

La gente camina despacio. Sobre los pies que levantan el polvo de la calle pesa la angustia de quienes saben cuántos proyectos dejó inconclusos. Fue tal su obra que no le alcanzó la vida e, incluso, cuando el dolor le punzó las fuerzas, se mantuvo creando.

Cada uno de quienes avanzan detrás del carro que traslada el féretro cubierto de flores rememora a su forma a Estévez. Todos coinciden en que Matanzas no será la misma sin esa aura especial que lo distinguía.

Despedirlo del todo es imposible. Con su hacer inusual e intrépido caló tan hondo en el interior de esta ciudad, le conocía tan bien los susurros y secretos que nunca podrá irse completamente. Estará por mucho tiempo y de tantas maneras distintas habitando su hermosa Bellamar que no será raro encontrar su espíritu, junto al de Milanés y Plácido, caminando por Contreras, Gelabert o la Vigía.

“Es difícil acostumbrarse a la idea de la pérdida cuando se trata de un ser como Estévez, un intelectual completo, un renacentista de estos tiempos, una persona que supo iluminar cada momento y cada arte en que participó.

“Ha dejado hondas huellas aquí. Matanzas es un testimonio vivo de su obra de creador; hacedor es la palabra que mencionaba Lezama Lima para referirse a alguien tan completo. No lo hemos perdido de ninguna manera”, subrayó José Manuel Espino, presidente de la filial matancera de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Un frío visceral se clava en la columna al ver a su hija Lucre aferrada a la tapa de cemento que la separa de su padre, a Miriam y Samuel, intentando contener el llanto para retribuir el acompañamiento en el lugar donde la muerte habita y el silencio es eterno, mientras una lágrima, otra, se desparrama por sus rostros.

Una voz se levanta entre la multitud para expresar el agradecimiento de quienes compartieron al menos una pizca de su entrañable sabiduría. Luego, en medio de sollozos y silencios, la despedida de duelo lo retrata en todas sus facetas con la entereza y el sentimiento que se permite Ulises Rodríguez Febles.

“Rolando Estévez Jordán parece que se ha marchado con sueños creativos que irá recreando en el lugar adonde se ha ido. Estévez, que es la imagen de Vigía y el fundador de El Fortín, a cuya arquitectura ofreció su espíritu y sus sueños.

“Estévez el inquieto, el incansable, un hombre que caminaba iluminando con su estética cada espacio y lo subvertía con su lucidez y agudeza. El poeta que tejió palabras e imágenes potentes, telúricas, que al verlas, leerlas o escucharlas estremecían, lo harán eterno.

“Estévez convertirá la oscuridad en un camino largo con su obra, en la que al final o al principio, como una luna o un sol, estará su quinqué encendido para que pueda guiar a la gente, para que podamos encontrarlo en el firmamento y servirnos como bitácora de su trascendencia”.

Duele su partida hasta los huesos. Existe un Estévez cada mil años, pero alienta ser testigos del encuentro de una oleada de creadores de todas las manifestaciones artísticas y edades para dedicar el último adiós al poeta, al diseñador gráfico y escénico, al promotor incansable, al ensayista, al ARTISTA, así, con letras mayúsculas porque no encuentro otra manera para definirlo.

Uno de los creadores más completos de Cuba falleció este martes en Matanzas. Luego de que su entrega desmedida al arte lo mantuvo entre los vivos durante varios meses, partió su yo físico.

Sin embargo, Rolando Estévez, inevitablemente, seguirá latiendo al compás de la tierra yumurina que hizo parte de sus libros, al ritmo de su Bellamar, la ciudad a la comprendió perfectamente y se entregó como pocos, desde la pasión infinita, sin reservas, como solo saben hacer los que aman de verdad.

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