Teatro cubano y Patria: un binomio para todos los tiempos (+ fotos, audios y videos)
En todas las épocas el teatro se reafirma como medio de expresión. Preocupaciones, reflexiones y análisis, exigencias, añoranzas o pesares de amor invaden el escenario, impetuosos cual ráfagas de huracán o sutiles como las brisas frescas de otoño.
Desde que los hombres y mujeres que nacieron en Cuba sintieron como suya esta isla, hubo que hablar de pertenencia, de identidad, de nacionalidad. Teatro e identidad es el binomio que siempre asiste a las funciones escénicas nacionales, desde hace siglos. Así fue que, gracias a una expresión de sentido patriotismo, se estableció el Día del Teatro Cubano.
El 22 de enero de 1869 ocurrieron los hechos del Teatro Villanueva. Ese día los caricatos prepararon la obra Perro huevero, aunque le quemen el hocico, para recaudar fondos para la guerra de independencia. Las mujeres del público asistieron vestidas de blanco y azul y en sus cabellos sueltos relucían estrellas blancas.
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El teatro fue rodeado por voluntarios armados. Acontecía la escena nueve cuando el actor gritó ¡Qué viva la tierra que produce la caña! Le siguieron vivas a Céspedes, a Cuba Libre, a la independencia. Desde el público una mujer tremoló una bandera cubana. Los voluntarios dispararon en todas direcciones. Nunca se supo la cantidad de heridos, ni de muertos.
Declarar el 22 de enero como el Día del Teatro Cubano significa recordar el momento en que teatro y nación constituyeron una unidad indestructible, el reconocimiento al acto revolucionario protagonizado por hombres y mujeres de la escena, dispuestos a vivir en riesgo permanente y compartir con los espectadores grandes pasiones que pueden quebrantar la vida, pero no la dignidad.
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La adopción no responde a una instauración fría para el feliz cumplimiento de un dictamen legal. La declaración constituye un fidedigno homenaje a aquellos hombres quienes, desde entonces, soñaban a la Cuba libre que hoy los recuerda.
Máxima atención se le presta en Cuba a la cultura como sistema se saberes integrados que conforman la nacionalidad. El teatro constituye desde siempre escudo y reforzamiento de la idiosincrasia nacional.
Desde el primero de enero de 1959 la escena cubana se enfrenta, con un sostenido tributo a la identidad nacional, a un público conocedor y exigente. Las tablas dan abrigo a los dramas de la Patria, sus carencias, pasiones y victorias, como tribuna de cubanía.
Su quehacer se multiplica; los modos, grupos, presupuestos estéticos cambian; se detienen o renuevan colectivos escénicos, evolucionan o desaparecen. Lo cierto es que el teatro se mantiene en transformación constante.
Eventos, encuentros y espacios de todo tipo se dedican a dialogar sobre los presupuestos artísticos del arte de las tablas. Desde los Festivales de Camagüey y La Habana, el Taller Internacional de Títeres de Matanzas, el Festival de Teatro Latinoamericano o el Latinoamericano de Monólogo de Cienfuegos, promueven y permiten el sostén del teatro nacional.
También, resulta imprescindible la promoción de los dramaturgos y teatrólogos a través de espacios como la Editorial Tablas Alarcos, la revista Tablas y su sitio Web y la revista Conjunto, de Casa de las Américas.
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El teatro matancero se distingue dentro del panorama escénico cubano e internacional. La calidad de los espectáculos escénicos de las agrupaciones yumurinas, convierten a Matanzas en una de las más importantes plazas del arte de las tablas, con excelentes resultados en el mundo. Asimismo, aporta prestigio y reconocimiento al teatro nacional.
Quizás una de las mayores fortalezas para el desarrollo de los procesos creativos de las agrupaciones teatrales matanceras radica en los estrechos vínculos existentes entre ellos en cuanto a la preparación de sus miembros y sus líneas conceptuales, basadas siempre en la excelencia artística.
También influye en ese empeño la vasta tradición que en el campo teatral existe en el territorio, con referentes en la dramaturgia, la dirección y la actuación. Esas influencias se revierten en la constante puesta en escena de obras de calidad por parte de los grupos matanceros y sistemáticos estrenos en nuestras salas teatrales, siempre bien recibidos por la crítica especializada y por el público.
El constante quehacer de los colectivos escénicos de Matanzas, cuna de trascendentales dramaturgos como José Jacinto Milanés, Virgilio Piñera y, más cercano en el tiempo, René Fernández Santana y Ulises Rodríguez Febles, enaltece la producción que se gesta a nivel nacional.
La función más larga, abriendo las puertas del año 2 MIL 24, la presentación de espectáculos como Amelia sueña mariposas, de Teatro La Proa en el Sauto y la premier del documental Pancho, un quijote de la escena callejera, han formado parte de la Jornada Villanueva en Matanzas.
Distinguieron asimismo la programación de los Días del Teatro Cubano en la Atenas de Cuba, la develación de la 25 estatua del Museo de la Dramaturgia Cubana y la conmemoración por el primer aniversario del fallecimiento del poeta y diseñador Rolando Estévez Jordán.
También las carteleras habituales de las instituciones teatrales yumurinas forman parte de la Jornada Villanueva con obras como Emilia habla con los que no la escuchan, de Teatro Icarón, El patico feo, de Las Estaciones y la reposición en el coliseo matancero de los más recientes estrenos de Danza Espiral.
Se sumarán a estas propuestas las funciones de Clowncierto, de Teatro Tuyo (Premio Villanueva de la Crítica 2023), las celebraciones por el cumpleaños de la Maestra Miriam Muñoz y la inauguración de la exposición Un regalo gráfico para Las Estaciones, con lo que iniciarán las actividades dedicadas al aniversario 30 del colectivo.
