19 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Maceo, el legado que nos acompaña

Su trayectoria estuvo marcada en su cuerpo por 27 heridas de bala y arma blanca, a lo largo de más de  600 combates. Su pensamiento internacionalista y latinoamericanista se puso de manifiesto al escribir que no pensaba descansar sin liberar del colonialismo español a Puerto Rico.

 

Fotos: Archivo

El 7 de diciembre de 1896, alrededor de 500 efectivos de caballería e infantería  de fuerzas cubanas que operaban en la antigua provincia de La Habana, se encontraban acampados en la finca San Pedro, Punta Brava, en espera de la llegada desde Pinar del Río del Lugarteniente General Antonio Maceo, quien según un secreto a voces dirigiría un ataque a la capital desde la dirección de la Lisa, Marianao.

Maceo regresaba de Pinar del Río después de llevar la guerra hasta la población de Mantua en el extremo occidental de esa provincia, hazaña que se consideró por reputados militares de la época el hecho de armas de la centuria, al atravesar de oriente a occidente una Isla estrecha y ocupada por más de 300 mil miembros del ejército español.

La zona de San Pedro presentaba una topografía de predominantes llanuras y campos de cultivos encuadrados por cercas de piedras y del entonces novedoso alambre de púas, que delimitaban los potreros de las fincas rústicas principalmente de medianos y pequeños propietarios, peculiaridades que tendrían una fatal consecuencia ese día para los cubanos.

Según varias fuentes históricas, la  seguridad alrededor del campamento mambí no fue todo lo efectiva  cuando  el Titán de Bronce arribó en la mañana del 7 de diciembre, aquejado de un fuerte catarro.

El jefe mambí  se encontraba cerca del mediodía reposando en su hamaca, cuando inexplicablemente irrumpió hasta casi el centro del campamento una vanguardia enemiga formada por una guerrilla de traidores que fueron rechazados principalmente por el contingente de Santiago de las Vegas, dirigidos por el coronel Juan Delgado que le hizo más de 20 víctimas mortales al enemigo, el cual huyó despavorido, lo que le dio tiempo al Lugarteniente General de ponerse las botas, montar a su caballo y ponerse al frente del combate.

Agrupó a las fuerzas y ordenó a un grupo que rompieran una empalizada de alambres de púas que impedía la maniobra de la caballería,  y quedó al alcance  de una escuadra de soldados españoles emboscados detrás de una cerca de piedras y armados con fusiles máuser que hirieron mortalmente a Maceo con un disparo que le destrozó la mandíbula y le interesó la arteria carótida.

Ante la caída del jefe se generalizó el desánimo en las filas insurrectas, pero el capitán Panchito Gómez Toro, su ayudante, aunque no estaba en el combate por convalecer de una herida, se dirigió  en sentido contrario de los que huían y llegó  bajo un fuego cerrado hasta donde yacía el Titán de Bronce. Al ver que resultaba imposible rescatar su cadáver, escribió una nota a su familia comunicando que moriría junto al estratega mambí e intentó suicidarse, sin lograrlo, hasta que un traidor lo remató de un machetazo.

Fue el coronel Juan Delgado, de apenas treinta años de edad, quien nuevamente se impuso a la cobardía de otros y llamó a rescatar a Maceo. Cargó bajo el fuego los dos cuerpos durante toda la noche del día 7 de diciembre hasta  llegar a la finca de unos patriotas en las lomas del Cacahual, cerca de Santiago de las Vegas, y allí les dio junto a la familia de Pedro Pérez segura sepultura, la lejos de los colonialistas, quienes querían exhibir los restos como macabros trofeos.

Así terminó su vida terrenal a los 51 años Antonio Maceo, quien   junto a sus padres y hermanos instados por su madre Mariana Grajales y arrodillados  ante un crucifijo, juraron al comenzar la contienda de 1868 que lucharían por la independencia de Cuba.

Brilló como pensador y estratega, cuando  con solo 32 años se opuso a la rendición que significó el Pacto del Zanjón, ante el cual se alzó  en la Protesta de Baraguá, la página más heroica de nuestra historia, al decir  de Martí.

Fue antimperialista, lo cual reflejó en varios documentos y en anécdotas, como en 1890 al encontrarse de visita en Cuba    y mientras disfrutaba de un homenaje un joven insistió en la idea de la anexión a los EE.UU. como solución a los problemas del país, a lo que el Titán de Bronce contestó:

«Creo, joven, aunque me parece imposible, que éste sería el único caso en el que tal vez estaría yo al lado de los españoles».

Su trayectoria estuvo marcada en su cuerpo por 27 heridas de bala y arma blanca, a lo largo de más de  600 combates. Su pensamiento internacionalista y latinoamericanista se puso de manifiesto al escribir que no pensaba descansar sin liberar del colonialismo español a Puerto Rico.

Durante la era republicana se enalteció muy merecidamente  en el mármol y el bronce de los monumentos,  y cada 7 de diciembre se recordaba sus hazañas, pero también lejos de los reconocimientos oficiales su legado, al igual de los de José Martí y otros patriotas, fueron preservados y transmitidos a las nuevas generaciones desde la más humilde escuelita primaria.

A 93 años de su caída en combate en 1989 se le rindió tributo al Lugarteniente General de una forma muy especial, al iniciarse la tradición de conmemorar la fecha como Día de los caídos en las guerras de independencia y misiones internacionalistas.

Ese día culminó la Operación Tributo que trasladó hacia Cuba desde Angola, Etiopía, Nicaragua y otros escenarios, los restos de los combatientes cubanos caídos en esas tierras, que fueron exhumados de forma simultánea en todos los municipios del país, de donde salieron a cumplir con su deber.

  • ACN

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Captcha *