26 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Henry Reeve: Un mambí de pura cepa

En tiempos donde los conflictos políticos devastan la hermandad que deberían profesar las naciones, la solidaridad resulta un camino hacia la paz y la convivencia respetuosa y la mayor de las Antillas, aplicando este precepto, se alza como un referente mundial del internacionalismo.

Henry Reeve: Un mambí de pura cepa

En tiempos donde los conflictos políticos devastan la hermandad que deberían profesar las naciones, la solidaridad resulta un camino hacia la paz y la convivencia respetuosa y la mayor de las Antillas, aplicando este precepto, se alza como un referente mundial del internacionalismo.

No solo basta con mencionar la ayuda humanitaria que, en materia de salud, cultura o educación brindamos, sino que también hemos de enorgullecernos del incontable número de figuras de la Isla que jugaron un papel relevante en la causa libertaria de disímiles países y los exponentes foráneos que impulsaron el logro de la nuestra.

Conocido como «Enrique, el americano» y más aún como «El Inglesito», Henry Mike Reeve Carroll fue uno de esos internacionalistas a quien además de deber el nombre del más conocido Contingente Internacional de Ayuda Humanitaria de Cuba, también agradecemos su participación en más de 400 combates cuando el yugo colonial de la metrópoli española oprimía a esta nación caribeña.

Henry nació en Brooklyn, Nueva York el 4 de abril de 1850 y desde temprana edad su ideal antiesclavista lo instó a participar en la Guerra de Secesión entre las zonas norte y sur de los Estados Unidos y, una vez consciente de la propaganda revolucionaria de los cubanos emigrados en esa tierra, venció las barreras del idioma español y desembarcó en la Bahía de Nipe, en la costa norte de la otrora provincia de Oriente para sumarse a la causa independentista antillana.

Fue nombrado jefe de la sección de exploración el 16 de abril de 1870 y en marzo del año siguiente se subordinó directamente a las fuerzas de Ignacio Agramonte, destacando en disímiles acciones como La Entrada, El Mulato, El Plátano, La Matilde y, especialmente, en el rescate al brigadier Julio Sanguily, donde junto al Mayor y otros 34 jinetes doblegó a una tropa de 120 hombres.

Una memorable trayectoria de victorias y dolorosas lesiones continuó escribiendo El Inglesito en su batallar por la independencia de Cuba. El combate en El Carmen del 29 de noviembre de 1872 lo obligó a permanecer dos meses inactivo por una herida en el abdomen y en Santa Cruz del Sur, otra le inutilizó la pierna derecha de por vida. Sin embargo, esto no impidó su presencia en combates como Ciego de Najasa, Cocal de Olimpo, Las Yeguas, La Luz y Atadero, entre otros.

Apoyó con fuego mambí en la trocha de Júcaro a Morón para facilitar el tránsito al contingente invasor de Máximo Gómez frente a Las Villas y fue nombrado jefe de la segunda división que abarcaba a la jurisdicción de Cienfuegos y el Occidente de Cuba, donde se convirtió en vanguardia del contingente invasor, reorganizador y cabeza de la brigada de Colón, Matanzas, y entre 1875 y 1876 libró acciones en Los Cupeyes, Santa Isabel de las Lajas, Cocodrilos, Quemado Grande, Santa Teresa, Aguacate, Zacatecas y río Hanábana, etc.

Junto al Generalísimo y al Titán de Bronce empuñó con fuerza el machete con la meta de llevar la guerra a Occidente y, en apenas seis meses, asaltó más de 50 ingenios y destruyó no pocos bienes con los que los españoles sufragaban los gastos de la contienda, hasta que el 4 de agosto de 1876, en un desigual enfrentamiento en las llanuras de Yaguaramas con un adversario cuantiosamente mayor, varios impactos de bala lo derribaron de su caballo, quien también pereció por los balazos y, con gran valentía, puso fin con un disparo en la sien a sus apenas 26 años de vida, para no ser capturado vivo por las tropas enemigas.

Siete años entregados a Cuba para descollar una sorprendente capacidad táctica y militar, memorables habilidades en torno a la guerra de guerrilla como centro de operaciones durante la campaña invasora a Occidente y la tea incendiaria como una poderosa arma para debilitar las posibilidades económicas y de abastecimiento del ejército español.

Sin dudas, el legado de Reeve aún pervive en los galenos que parten hacia tierras foráneas para prestar su apoyo sanitario y en quienes hallan en el internacionalismo y la solidaridad, un camino para estrechar lazos de amistad, hermandad, tolerancia y respeto entre los pueblos del mundo.

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