28 de abril de 2024

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Ver a los jóvenes con otros ojos

Daniela Delgado García tiene 27 años. De pequeña estatura y delgada, su apariencia no muestra que fuera una atleta durante varios años. Vive en la finca San Joaquín, en las afueras de Cárdenas. Graduada de licenciatura en Cultura Física en la Universidad de Matanzas, al concluir sus estudios optó por continuar en ese centro como profesora de la asignatura de Atletismo, en primer año, y de Masaje, en cuarto año del curso por encuentros.

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Daniela Delgado García tiene 27 años. De pequeña estatura y delgada, su apariencia no muestra que fuera una atleta durante varios años. Vive en la finca San Joaquín, en las afueras de Cárdenas. Graduada de licenciatura en Cultura Física en la Universidad de Matanzas, al concluir sus estudios optó por continuar en ese centro como profesora de la asignatura de Atletismo, en primer año, y de Masaje, en cuarto año del curso por encuentros.

«Desde 2012 soy militante de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y siempre me he sentido orgullosa de pertenecer a sus filas», dice a este diario quien, además, ostenta desde 2019 la militancia del Partido Comunista de Cuba. Ella fue la secretaria del comité primario de la UJC en la EIDE Luis Augusto Luis Turcios Lima, y durante los cuatro años de su carrera en la Universidad de Matanzas fue secretaria de un comité de base de la organización juvenil.

Posteriormente, pasa a formar parte del comité de la UJC de la universidad, y en 2020 la eligen como su segunda secretaria, al frente de 405 militantes y 33 trabajadores. Durante ocho años practicó el atletismo en la EIDE; destacó a nivel provincial como fondista de 3 000 y 5 000 metros, y asistió a varios Juegos Escolares Nacionales.

«Todavía entreno, porque una de mis maestrías tiene que ver con el desentrenamiento deportivo», acota la joven. «Cuando la pandemia, ya llevaba un año de adiestramiento en la universidad y me incorporé a los hospitales de campaña. En seis ocasiones estuve en áreas con pacientes positivos a la COVID-19, hasta el final de la crisis sanitaria. Éramos una extensión del hospital militar doctor Mario Muñoz Monroy.

«Estuve al frente de los seis equipos, junto a numerosos jóvenes, porque siempre entrábamos los de menos edad para proteger a las personas adultas de la escuela. La pandemia fue un antes y un después como profesora y ser humano. Siempre digo que quien no sirve para servir, no sirve tampoco para vivir.

«Por eso, atender a las personas enfermas, a pesar de ni vernos las caras, el solo hecho de darles un aliento de fe, decirles que iban a mejorar, eso fue satisfactorio para mi vida.

Actualmente, Delgado García cursa una maestría en Educación Física, Deporte y Recreación, y otra en Administración de empresas, con mención en Dirección, y ya solo le falta discutir las tesis. «Toda juventud vive sus momentos, y todo momento histórico tiene sus carencias, pero para mí la juventud cubana no está perdida, sino que vive momentos diferentes.

«Mi sueño es graduarme de máster y luego continuar con un Doctorado en Ciencias de la Cultura Física. Me esfuerzo por dar apoyo a todos los jóvenes y a quienes entran a la universidad, así como ayudar en su proceso de crecimiento y que sepan que si están en la universidad es para superarse. Eso lo aprendí en este centro, el sitio donde me hice revolucionaria», señala.

Universidad para crecer

Daniela cuenta que en la Universidad existen muchos estudiantes y jóvenes trabajadores con buenos resultados. «Al ser profesora de Educación Física mantengo muchos vínculos con ellos; conocen mis funciones y estoy apegada a los jóvenes universitarios.

«Yo escucho sus criterios porque a mí sí me gusta formar parte de ellos y ayudarlos. Y, aunque me sorprende que hayan tenido confianza en mí, que hayan depositado su voto por la “profe” en esto de ir al congreso, creo modestamente, que puedo representarlos en esa cita juvenil.

«Hay muchas cosas de los jóvenes que podemos cambiar o perfilar, pero también hay que empezar a verlos con otra mirada. No podemos pensar siempre en los tiempos que ya pasaron, porque no son los mismos, y Cuba tiene que darles el apoyo a sus jóvenes para sacar adelante al país.

«En mi día a día paso y saludo a todos, converso con los estudiantes, me entero de cómo se sienten, y ese vínculo diario da resultados y hace que tengan confianza, pues como me ven joven me comentan sus problemas e intereses, y eso me ha hecho más madura.

«Todos los días entro alrededor de las 7:30 a.m. a la universidad, y soy casi siempre de las últimas en irme. No soy de los profes que llega, da la clase y se va», afirma Daniela, quien señala que, además, «para ser secretaria de la UJC debes tener presencialidad ante los muchachos, intercambiar con ellos…

«Cuando un criterio no es compatible con el tuyo, sin querer cambiar su pensamiento, puedes tratar de hacerles entender que algunas cosas están mal y lo que afirman no es así, sin tener que llevarles la contraria siempre.

«He tenido que conversar con muchos muchachos con criterios erróneos, porque la universidad es inclusiva, pero los jóvenes que cursan estudios en ella deben ser revolucionarios. La Revolución es un proceso de cambio y uno insiste para que, al menos, vean de otro modo su pensamiento.

«La actual crisis del país altera todos los procesos. A veces los jóvenes no ven una salida, ni avances, y entonces se niegan a militar en las filas de la UJC alegando que no se sienten identificados con la organización. Ahí es cuando tenemos que trabajar más con ellos e invitarlos a las actividades».

Cuba es un país de futuro

La joven profesora es una convencida de que las nuevas generaciones «cuentan con muchas oportunidades, pero pienso que no todos pueden ser universitarios, porque hay necesidad de que algunos se ocupen en otras tareas, como las del campo, para producir alimentos. Yo vivo en el campo y es muy difícil conseguir personas que se ocupen de las tareas agrícolas.

«También hay que vincular más el estudio y el trabajo, y el auge de jóvenes que estudian y trabajan, considero que es bueno, a pesar de que pueda afectar o no el proceso docente, comprendo que ganan en responsabilidad.

«Cuba es un país de futuro, pero que confía en la juventud, eliminando tabúes, porque Fidel siempre confió en los jóvenes. Soy campesina, y el campesinado siempre ha sido de los que más ha confiado en el proceso revolucionario, porque se les dio muchas oportunidades desde el 1ro. enero de 1959.

«Hay que impulsar la economía desde la raíz en los campos, porque tenemos que producir nuestros alimentos aquí, no pensando que otro nos va a ayudar. Por eso, tenemos que desarrollarnos dentro, invirtiendo en nosotros, en su juventud y profesores».

.Hugo García/ Juventud Rebelde

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