19 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

159 años después la muerte desanda las mismas calles

Matanzas nunca olvidará ese trasiego de la muerte colina arriba, porque ambos cortejos marcaron para siempre la historia de la ciudad: 15 vidas perdidas cuando aún les quedaba obra por hacer; padres y hermanos a quien abrazar; amores a quien venerar…
Supertanqueros
Foto: Yeilén Delgado Calvo, Granma.

La ciudad estaba avisada. Sus pobladores lo presentían. Cuba entera conocía el estado de salud en que se deshojaba José Jacinto Milanés y Fuentes.

Así y todo la noticia rompió en dos la tarde del 14 de noviembre de 1863: casi a la 1:00 lo que quedaba de aquella consumida figura puso fin a su agonía de 20 años. Se despedía de la vida terrenal el que había sido considerado el primer ingenio poético cubano. El tormento dejó de habitar ese mundo ignoto en que se sumió el más frágil, indefenso y cálido de los poetas matanceros.

A las 4 y 30 de la tarde del 15 de noviembre de la casona de Gelabert 18* salió el féretro. Llevaba encima una corona de laurel en nombre del Liceo Artístico y Literario, cuyos miembros lo llevaban en hombros calle arriba hacia el cementerio de la ciudad.

“Desde la plaza de la iglesia hasta terminar la calle de Gelabert se arrojaron multitud de flores por señoras y señoritas de muchas casas al cruzar el cadáver”.(**)

Era domingo. Al terminar Gelabert comenzó a llover. Matanzas lloraba la muerte del bardo. El ataúd fue colocado en un coche y los asistentes lo siguieron a pie hasta el cementerio.

“Dicen que un numeroso pueblo, descubierta la frente y a silenciosos pasos seguía el funeral cortejo; que caminaban con él los trémulos años de la vejez; que la candorosa infancia, con mirar sorprendido y serio, iba en sus filas. Cuentan que al dirigirse todos al fúnebre lugar situado al poniente de Matanzas, vinieron algunas niñas de ojos tímidos y sonrisa inocente a depositar sobre el féretro jazmines y azucenas; que muchas bellas mujeres alfombraron con flores el camino […].” (***)

Así transcurrió la muerte y el entierro del poeta. José Jacinto ya no cantaría. Ya no sentiría el profundo dolor de no haber tenido a Isa. Ya no lo obligarían a alimentarse. Su musa ya se había apagado.

Gelabert arriba hasta el cementerio, hasta su última morada.

Sin embargo, una sombra escuálida, con una vieja levita y chistera, aún desanda, lentamente, las calles. Va solo, se escapó del brazo de Carlota. Su espíritu signa a los matanceros de ley con un sello de nostalgia y contenido amor. Milanés nunca se irá de aquí. Se ha quedado para siempre entre los benditos fantasmas que custodian la ciudad.

*****

Hay coincidencias que dan horror. Casualidades que asustan. La vida está llena de esos azares. El domingo 14 de noviembre de 1863 el cadáver de José Jacinto Milanés se dirigía Gelabert arriba en busca de su último lugar.

159 años después, otra tarde lluviosa, la muerte vuelve a desandar las mismas calles. A pesar de la lluvia, como en 1863, los matanceros esperan en las calles de la ciudad el cortejo con los restos de los 14 caídos en el incendio de grandes proporciones ocurrido en la Base de Supertanqueros.

Es viernes 19 de agosto de 2022. Y como en aquel entonces el sepelio se encamina Milanés arriba hasta el cementerio San Carlos Borromeo, esta vez en contra del tráfico de una ciudad totalmente pavimentada, con una cuadrícula perfecta, donde se han sustituido los coches y volantas por carros que pueden llegar a trasladarse a más de 250 kilómetros por hora.

¿Por qué ir en contra del tráfico en busca de sepultura para aquellos 14 héroes…? Una figura macilenta acompañaba el desfile funerario. Era una sombra leve. Se quitó la chistera e intentó hilvanar unos versos, pero no pudo. La lluvia no lo tocó. Hay coincidencias que dan horror. Casualidades que asustan. La vida está llena de esos azares.

*****

La habitual calma de la ciudad es violentada de pronto por una fuerte descarga eléctrica que impacta el techo del tanque 52 de la Base de Supertanqueros de Matanzas, tanque que contiene 26 mil metros cúbicos de crudo nacional. Es 5 de agosto de 2022.

fuego
Foto: TV Yumurí

La villa es sorprendida por altas llamas de fuego que vienen de la zona industrial. No se ve el cielo. Una densa nube de humo negro tapa toda la geografía que descansa al borde del mar.

supertanqueros
Foto: TV Yumurí

La muerte asoma su faz y cobra 17 vidas. Primero una, después otra, más tarde aparecen aquí y allá, restos de otras 14 víctimas y, finalmente, se lleva la última.

Pero hoy, aquí, en el Cuartel de Bomberos Enrique Estrada, el más antiguo en funcionamiento en Cuba, donde radica el Comando 1 de Matanzas, hay 14 urnas funerarias.

Hay velas blancas, moradas, rojas, azules, amarillas. Hay girasoles, rosas, gladiolos, picualas, mariposas. Las traen coroneles, capitanes, ancianas, niños, ministras, directoras de teatro. Esa amalgama que es el pueblo. Matanzas dice «lo siento» y «gracias»”, narra la periodista. (****)

De nuevo, 159 años después, un triste suceso rompe otra vez en dos la tarde.

A las 6 y 20, bajo una fina llovizna, sale el cortejo del Museo de Bomberos de Matanzas. Y, como aquel domingo de 1863, todos los coterráneos esperan el paso de la caravana para darle su último adiós a los que se inmolaron para que nosotros sobreviviéramos. Es la misma llovizna, leve, pero pertinaz. Es el llanto de la ciudad. 

supertanqueros
Foto: TV Yumurí.

Siguen el mismo camino que hace más de un siglo y medio: calle arriba hasta las alturas de la ciudad, desde donde se domina el mar, las edificaciones, hoy más modernas, la vía toda pavimentada. La arteria ha cambiado su nombre, ya no es Gelabert, ha adquirido el nombre del poeta. 

Milanés arriba hasta el cementerio, hasta su última morada.

*****

supertanqueros
Foto: Anylisec Grau Boffill

Matanzas nunca olvidará ese trasiego de la muerte colina arriba, porque ambos cortejos marcaron para siempre la historia de la ciudad: 15 vidas perdidas cuando aún les quedaba obra por hacer; padres y hermanos a quien abrazar; amores a quien venerar…

Hay coincidencias que dan horror. Casualidades que asustan. La vida está llena de esos azares.

Notas:

Agradecida del investigador Urbano Martínez Carmenate, Premio Nacional de Historia, quien me permitió consultar la biografía Milanés: las cuerdas de oro para hilvanar estas líneas.

*Hoy Milanés, precisamente en honor al poeta.

Milanés, las cuerdas de oro, (**) Tomado de la reseña hecha por un periódico habanero y que reproduce Lola Ma. de Ximeno en Aquellos tiempos…, t. II, pág. 43.

Milanés, las cuerdas de oro, (***) Federico Milanés. Prólogo a la edición de Obras (1865), pp. XLV- XLVI.

(****) Yeilén Delgado Calvo, periodista del diario Granma.

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