23 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

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Teatro de Las Estaciones y sus payasos poéticos (+ audio y fotos)

¡Hay tantas maneras de querer a los abuelos, tantas formas diversas de respetarlos, ser fieles a sus enseñanzas y mantener su espíritu como si creciera en nosotros en forma de una semilla que plantaron desde los primeros días de la vida!
carolina y ajonjolí

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¡Hay tantas maneras de querer a los abuelos, tantas formas diversas de respetarlos, ser fieles a sus enseñanzas y mantener su espíritu como si creciera en nosotros en forma de una semilla que plantaron desde los primeros días de la vida!

La semilla de Payasín vino en forma de nariz roja. En el empeño por convertirse en un verdadero payaso (porque no hay payasos de verdad sin narices rojas) Payasina le muestra a su amigo, con orgullo contagioso, los extraordinarios saberes que le transmitió su abuela.

Poco a poco vemos la incomprensión transformarse en admiración, el respeto ocupa el lugar de la intolerancia, el amor antes silenciado se pronuncia a todo color y alcanza a cada uno de los espectadores: padres e hijos, nietos-abuelos, tíos, amigos.

Durante 45 minutos aproximadamente la familia vuelve a ser protagonista en un espectáculo de Teatro de Las Estaciones, esta vez para reverenciar la obra de Dora Alonso, referente permanente para la agrupación matancera y a quienes iniciaron el camino que hoy desandamos.

Flores de carolina y ajonjolí en definitiva es un guiño pequeño a las flores que más le gustan a las payasas. Es una historia de amor doble: la historia de los abuelos de Payasín, Juan Payasito con su novia, y la de Payasín con una amiga payasa, que viene a ser una contraparte fabulosa y sí vive muy orgullosa de su abuela Doña Payasona.

“Enseñar a querer, enseñar a respetar y valorar a los adultos mayores, entre otros elementos, es de lo más importante de este espectáculo”,  explicó Rubén Darío Salazar, director de Teatro de las Estaciones, Premio Nacional de Teatro.

Varios elencos llevaron a escena el más reciente estreno de la agrupación matancera, con sala llena en cada una de las presentaciones. Alternaron en el escenario María Laura Germán e Iris Celia Mantilla como Payasina, mientras que Javier Martínez de Ozaba, Raúl Álvarez y Alejandro García dieron vida a Payasín.

“Un amigo al ver el espectáculo nos dijo que se trataba de un payaso poético y esa es una imagen muy bonita. Juega y hace malabares, un entrenamiento que tuvimos que hacer con Javier (Martínez de Ozaba); también hicimos entrenamientos de gimnasia y acrobacia.

“El público lo agradece mucho durante 45 minutos dentro de la carpa que comparten con este viejo abuelo y estos dos muchachos que pasan la noche jugando”.

La obra tiene a su favor, asimismo, la versatilidad tanto de los experimentados actores como la de los graduados de la Unidad Docente Carucha Camejo. Para Iris significó muchas horas de ensayo con el fin de dominar el difícil arte del clown, al tiempo que bien llevaba el trabajo titiritesco. El resultado fue una actuación de ensueño en la que demostró todo el tiempo aplomo, seguridad y soltura.

“Para mí ha sido bastante difícil el proceso porque nunca había hecho clown, porque los respeto muchísimo. Muchas veces las personas los tienen en el eslabón más bajo de la cadena artística, al menos en la parte teatral, pero yo creo que están en lo más alto.

“Hay que nacer también con el don de la gracia, porque no es ser gracioso porque sí, sino acompañar el divertimento con estilo, con sentido, con arte. Soy una persona de un temperamento sedado y el clown ha hecho que explore otras partes de mi cuerpo buscando e incorporando los movimientos  grandes, exagerados.

“Fueron muchos meses de preparación ensayando el modo de caminar, de hablar, de moverme. Ha sido bastante exigente, pero al mismo tiempo muy satisfactorio lograrlo”.

Para Alejandro también significó una oportunidad de crecimiento en la reinterpretación del clown, ahora con nuevos matices y significados. “En mi caso y el de otros actores que también intervienen en el espectáculo, habíamos hecho clown, pero desde otras aristas: el clown de fiesta, el de los pasacalles, el que la gente encasilla solo en el maquillaje y la fanfarria.

“Lo más enriquecedor es lo fuerte que ha sido el entrenamiento al asumir un clown diferente que parte de referentes como Charles Chaplin, Popov, los cubanos Ernesto Parra y Teatro Tuyo y bebe de la poesía de Dora Alonso, la inspiración plástica de Ares teatralizada y expandida por Zenén. Al final disfrutamos de un payaso a la manera de Estaciones.

“Ser actor de ingreso reciente en Estaciones y empezar un proceso nuevo completamente, donde asumo un protagónico, donde solo tienes de soporte el compañero porque no hay más personajes, me sacó de mi zona de confort del payaso colorido para encarnarlo de otra manera.

“Ha sido un proceso muy bonito y muy difícil al desarrollarlo desde la guía de Rubén Darío Salazar que siempre exige para que el espectáculo respete a su público y para que el actor despliegue todo su talento libremente y pueda crear”.

En la puesta, la escenografía, casi minimalista, pero con una belleza manifiesta y el vuelo poético que también aflora en las imágenes de Zenén Calero, aporta mayor interés por su juego constante con los sentidos, por lo que asume un papel fundamental en la identidad del espectáculo.

El diseñador, Premio Nacional de Teatro, de manera magistral creó un lenguaje visual nuevo inspirado en esta ocasión en la obra del caricaturista Arístides Hernández, Ares, quien tuvo a su cargo en 2005 la visualidad de la edición del libro Los payasos, de Dora Alonso, texto que ahora le sirvió como punto de partida a Salazar Taquechel para imbuirnos en una historia hermosa donde el amor por nuestros mayores crea una conexión intensa e inmediata con los espectadores.

“Siempre que uno anuncia un espectáculo que tiene que ver con Dora Alonso: Dora Alonso-Matanzas, Dora Alonso-la niñez, Dora Alonso-la literatura, Dora Alonso-el mundo de la magia, la afluencia de público es muy particular porque se presiente algo diferente.

“No solo hay que resaltar la cantidad de familias que llenaron la sala en dobles funciones los sábados y las mañanas de domingos, sino que recibieron muy bien un espectáculo que ni siquiera se anuncia que es de payasos”.

Las luces se convierten en un tercer personaje sobre el retablo. Asimismo sobresale la música de Raúl Valdés que apoya la secuencia de acciones en las que aparecen, en los momentos idóneos y en la justa medida, los poemas de Dora Alonso, los cuales devuelven a quienes acompañan a los niños en la platea una ventana abierta a su niñez.

Flores de carolina y ajonjolí, el más reciente regalo de Teatro de Las Estaciones, es un canto al cuidado y el respeto a las personas mayores, una demostración de cuánto amor puede resumirse en una nariz de payaso como metáfora hermosa de esa semilla que siembran los abuelos en nosotros desde los primeros días de la vida.

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