18 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Los juegos de la sangre

Cuando se pierden aproximadamente 2,75 litros la persona entra en estado de coma, el corazón para de bombear y no alimenta el resto de los órganos, lo que provoca un fallo general. Ella es densa y roja vida. Al contrario del aceite de cocina, es invaluable; al contrario del agua, no podemos darnos el lujo de derrocharla.

 

Los juegos de la sangreUn cuerpo humano en promedio posee entre 4,5 y seis litros de sangre. Cabría toda en cuatro o cinco pepinos de agua, como los que guardas en el refrigerador. Si fuera aceite, comprado en el mercado negro, su precio rondaría los 5000 pesos.

Cuando se pierden aproximadamente 2,75 litros la persona entra en estado de coma, el corazón para de bombear y no alimenta el resto de los órganos, lo que provoca un fallo general. Ella es densa y roja vida. Al contrario del aceite de cocina, es invaluable; al contrario del agua, no podemos darnos el lujo de derrocharla.

Por ello, sorprende que en los últimos meses en estados de WhatsApp, en post de grupos de Compra y Venta de Facebook o en historias de Instagram tropecemos con gente que clama, casi reza, por alguien que pueda donar a favor de un familiar o amigo.

Solicitud de donaciones de sangre en redes sociales.

La desesperanza en esas circunstancias resulta evidente. Se nota en la manera en que se escribe, en la ortografía, en la elección de las palabras y en el uso de los signos de exclamación para resaltar la urgencia. La desesperación posee su propio léxico y discurso, códigos que nadie debería tener que utilizar.

¿Faltan donantes? ¿Ha disminuido la organización de las campañas y sistemas encargados de gestionarlas? ¿Se ha debilitado la infraestructura imprescindible para este proceso? En todos los casos la respuesta es sí, aunque no es tan simple.

JUGAR AL PEGAO

La sangre en Matanzas y en Cuba escasea. Comencemos por ahí. No es posible romantizar el asunto y mucho menos evitarlo, pues desde hace bastante tiempo ha entrado a formar parte de la triste lista de carencias de insumos médicos. Solo que no hablamos de yeso, jeringuillas desechables o troqueles, sino de un órgano del cuerpo, líquido, pero un órgano al fin. Tampoco se trata de un hecho aislado, sino de una realidad que trasciende voluntades, literalmente.

“Hace casi un año mi abuela fue hospitalizada por una fractura de cadera. Tenían que operarla con urgencia, algo que no pudo ser posible, porque no había en ninguno de los bancos de la provincia sangre B + para las transfusiones. Ante esta situación toda la familia se movilizó. Hicimos una campaña con publicaciones en Facebook y de estados de WhatsApp, tras la cual afortunadamente aparecieron las ocho donaciones necesarias. Sin embargo, además de las complicaciones que trajo para su estado de salud la demora en su operación, también sufrimos varios momentos incómodos relacionados con una evidente falta de organización.

“Por ejemplo, una compañera de trabajo de mi esposo dispuesta a donar se presentó en el Banco provincial de Sangre (BPS); pero cuando llegó y dio los datos de mi abuela le comunicaron que estaba siendo operada en ese momento y que entonces su sangre era para reponer aquella que supuestamente le habían suministrado para el procedimiento. A la vez hubo que hacer una reclamación, porque al final faltaba una de esas donaciones que gestionamos y que, por suerte, al final apareció”, relató Gabriela González González. Esta es una historia de tantas en los últimos tiempos que deja al descubierto algunas brechas del Programa Nacional de Sangre (PNS).

Hace más de 30 años las donaciones de sangre en Cuba experimentan un descenso gradual. Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información publicados en los Anuarios de Salud, entre 1990 y 2020 las cifras disminuyeron como promedio casi un 10 % por década, hasta reducirse en casi 400 000.

La sangre en Matanzas y en Cuba, desde hace bastante tiempo, forma parte de la triste lista de carencias de insumos médicos. Gráfica: Lisandra Pérez Coto.

No obstante, la sangre no ha faltado; de hecho, si se comparan el número de donaciones realizadas y el de personas transfundidas pudiera dar la impresión de que sobra, aunque esto sería la traducción más simple de estos indicadores, pues cuando se trata de un recurso vital, el razonamiento estratégico no puede perderse de vista.

Lo sabe Yosniel Palma Grillo, jefe técnico de Servicios de Transfusión del Hospital Faustino, quien ha tenido que “jugar al pegadito” en más de una ocasión ante emergencias y urgencias médicas que no entienden de disponibilidades ni de donaciones familiares, sino de riesgos.

Hace más de cuatro años, comenta, esta situación se ha vuelto casi un aspecto sobreentendido por la mayoría de los pacientes que deciden someterse a una cirugía electiva, para las cuales se necesita un respaldo mínimo de sangre.

Según confirmó a Girón, Taymí Martínez Naranjo, directora de esa institución, allí se efectúan entre 14 y 16 cirugías de urgencia diarias y entre seis y 10 de tipo electivas, cifra notablemente inferior a sus niveles de actividad habituales a partir de las dificultades con los insumos. Hablamos en teoría de aproximadamente 40 bolsas de 250 ml de sangre diarias como promedio.

“Todas las cirugías electivas mayores (tumores, fracturas) llevan un respaldo de sangre entre 250 y 500 ml de glóbulos que serían dos bolsas. Por ejemplo, casi todas las fracturas de cadera, que tratamos tres como promedio al día, requieren de transfusión por pérdida durante la caída y luego en la intervención quirúrgica. Cuando no existen otros factores de descompensación, debe operarse antes de las 24 horas”, explica.

“Hoy no disponemos de ese stock que sí había hace algún tiempo para atender una emergencia. Lo que sí está claro es que en el momento que se presenten estos casos se agarra lo que exista y luego se trata de resolver con el Banco provincial, que es quien debe reponer esa sangre. A los familiares no se les oculta, pero se intenta, siempre que se puede, mantener la discreción sobre estos procesos, porque sabemos que es un tema sensible”, argumenta Yosniel.

“El nuestro es un banco receptor, es decir, dependemos del Banco de Sangre provincial para todos nuestros procesos. Es allí donde se realizan las donaciones. Una vez que ellos tienen los grupos, el hospital solicita los tipos y la cantidad que se requiere para nuestras cirugías, aunque en los últimos tiempos se está trabajando mayormente con donaciones familiares“, aclara por su parte Taymí.

“Hay algunas operaciones para las cuales se pide un respaldo de sangre que a veces no se emplea, y esas son las que se utilizan para los casos sociales o de emergencia que recibimos, y para las cuales no hay posibilidad de obtener o de solicitar la sangre en el momento. Realmente sí nos vemos complicados a la hora de operar”, reconoce la directora y añade que en ocasiones se ha tenido que localizar la sangre en otras provincias.

Lo más alarmante, en cambio, aunque no es competencia de la institución, resulta el lucro que se puede derivar de estas carencias. Varios de los llamados de familiares o amigos de las personas que requieren donaciones dejan clara la intención de remunerar estos servicios, lo cual resulta preocupante para el sistema de salud y en especial para el Programa Nacional Sangre, encargado de coordinar lo relacionado con este componente y sustentado esencialmente en la voluntariedad como principio rector.

LAS REGLAS DEL JUEGO

 

El PNS está presente en cada provincia y municipio. Su objetivo va más allá de la extracción de la sangre para ser transfundida y sus hemocomponentes, también se focaliza en la concientización y la promoción.

Entre los postulados esenciales del Programa se encuentra el principio de la voluntariedad.  Entonces, cuando se debe recurrir a las donaciones familiares como en la actualidad y se propicia un contexto en el que pueden ocurrir donaciones retribuidas o con fines de lucro, algo definitivamente anda mal.

Valga la aclaración de que la donación retribuida y la familiar no deben considerarse sustitutas de la voluntaria, sino como una solución provisional. Por este motivo, la Sociedad Internacional de Transfusión de Sangre elaboró el Código de Ética para la donación y transfusión de sangre en 1980, que fue aprobado por la XXIV Conferencia Internacional de la Cruz Roja en 1989.

“De este tipo, voluntarias, es como las promueve la OMS. Las donaciones remuneradas representan un elemento de seguridad cuestionada, toda vez que el donante al que se le paga puede ocultar datos en la entrevista que resultan esenciales”, reconoce José Ignacio Alonso Martínez, director del Banco de Sangre provincial (BSP).

Matanzas requiere aproximadamente de 1600 donaciones al mes para abastecer sus diferentes instituciones médicas. Esta cifra proviene de las necesidades asistenciales, no del aire; es decir, lo que teóricamente demandaría el territorio para que todos los centros hospitalarios cuenten con una reserva para llevar a cabo sus diferentes procedimientos y atender las emergencias que arriben a sus puertas.

En abril de este año, por solo citar un ejemplo, solo se lograron 1153 donaciones, lo que representa un 72 por ciento. La disminución comenzó a partir del segundo semestre del 2022. En ese año, de 19 200 se alcanzaron 18 374. Entre los elementos causantes de dicho déficit se encuentra la reducción de los donantes voluntarios.

El fenómeno se agravó a partir del 2020, período en el que, a juicio de Alonso Martínez, la irrupción de la covid-19 en la realidad cubana marcó un antes y un después.

“Afectó mucho a la población útil. Puede ser por personas que se quedaron con secuelas por el virus o que sufrieron un estado crítico después de padecerlo y decidieron no donar más o, al menos, no hacerlo de forma periódica”, explica el funcionario.

“Hubo muchos centros de trabajo que cerraron y esto limitó los movimientos de donaciones voluntarias que organizan la CTC y los CDR. También chocó con la vacunación. A nosotros nos llegó de La Habana la indicación de no afectar al personal vacunado. No era que existieran efectos contraproducentes, pero recuerden que hablamos de una vacuna que estaba en estudio. Entonces, por ejemplo, se aplicaba al mismo tiempo a Cárdenas y Matanzas, que son dos de los territorios que más aportan”.

Desde que el coronavirus interrumpiera su normal desarrollo, el PNS no se ha podido recuperar por completo. Sin embargo, no se puede culpar solo a la pandemia. Cuando ocurrieron los sucesos del Supertanquero, en tres días se efectuaron cerca de mil donaciones; por tanto, cuando se necesita, el pueblo responde.

En la convocatoria para donar cooperan varias instituciones, más allá de Salud Pública, que es la que se encarga de rectorar el programa. “Es multisectorial. Desde la atención primaria se entrevista al donante, se selecciona y se disponen los recursos. Cada médico de familia debe tener identificado su potencial. Entonces el donante es uno solo; lo que se trata médicamente por el Minsap, que además debe atenderse en su centro de trabajo por la CTC y en su lugar de residencia por los CDR”, explica Orelvis Reyes Madrazo, subdirector del BPS.

En fin, cada una de las instituciones debe ayudar, desde sus diferentes áreas, a través de un trabajo sistemático e integral en la captación de los donantes voluntarios. No obstante, la escasez de los insumos también golpea con fuerza.

“PON AQUÍ, QUITA ALLÁ”

La limitada disponibilidad de bolsas constituye otro de los factores a tener en cuenta en el juego de ajedrez que se ha vuelto llevar la sangre a quien la solicite. Desde el segundo semestre del 2022 ha sido inestable la asignación de este recurso, lo que ha ocasionado, incluso, que se deban detener donaciones por irónico que parezca.

“Hay que reconocer también que no siempre se cuenta con el nivel de aseguramiento que garantiza el éxito de las extracciones, entre ellos el transporte y la merienda”, explica Norlenis Serpa Santos, Coordinador provincial de los CDR, organización históricamente a la vanguardia en esta tarea.

“Además, se han presentado problemas con el suministro de alimentos —explica por su parte el director del BPS—; por ejemplo, aquí recibimos un tipo de donantes especiales, los de plasma y plaquetas, que se someten a disímiles procesos durante los cuales pierden proteínas. Entre el Minsap y el Mincin se estableció un convenio para adquirir una dieta especial en la casilla o la bodega a donde pertenezcan. Aunque se ha estabilizado ahora, hemos presentado dificultades.

“Para la optimización de los recursos que están en déficit no se hacen grandes donaciones masivas o, como decimos, movimientos de sangre”, expone por su parte Abel Semper González, subdirector de asistencia médica de la Dirección provincial de Salud.

“Es más factible para el programa que haya una continuidad en las donaciones. Se han hecho llamados masivos para donar sangre ante una situación extraordinaria, pero en la práctica es más importante que haya un número de donaciones hoy, otro mañana, y así garantizar su estabilidad”, continúa.

Es decir, que la problemática no se resuelve hoy con “golpes de efecto”, sino manteniendo un surtido sistemático que permita suplir las necesidades de la provincia; algo que, por lo visto, no se cumple en Matanzas, donde gran parte de los pacientes se ven obligados a gestionar la sangre de respaldo para sus operaciones. El déficit en varios momentos ha generado tensión y, sin dudas, ante una emergencia médica que sobrepasa los estándares habituales existe el riesgo de que surja una crisis.

“Convivimos con fenómenos que agravan la situación, como el envejecimiento poblacional. También está el acrecentamiento de los procesos oncoproliferativos. Hoy hay más pacientes con cáncer que cinco años atrás, y por otro lado, ha aumentado la accidentalidad. A esto súmale que nos ha fallado la incorporación de una masa juvenil que logre la sustitución de esas personas mayores que ya no pueden donar”, explica Reyes Madrazo.

No obstante, sí se le otorga prioridad a ciertas áreas del sistema de salud cubana por lo sensible de los pacientes que trata, como en el caso del Programa Materno Infantil (Pami).

La escasa disponibilidad desemboca muchas veces en “juegos y rejuegos”, una especie de “pon aquí y quita allá” para poder atender los diferentes casos. Por ejemplo, una puérpera necesita sangre con menos de cinco días de extraída y un neonato inferior, incluso, a las 48 horas. A veces ello implica que se intercambia la bolsa destinada a un familiar determinado que sea más fresca por una que lleve un periodo extenso almacenada para entregarla al Pami. Desde el uso frío de la lógica es completamente comprensible; no obstante, como se mencionaba en los párrafos anteriores, se mueve en márgenes bastante pequeños.

En el aire queda la pregunta de hasta qué punto las donaciones familiares son voluntarias. Quizá no haya un pago en metálico, pero sí una carga emocional y social que presiona a los seres queridos de quien se va a someter a un procedimiento quirúrgico o necesita ser transfundido por otro motivo.

No se deben naturalizar las donaciones familiares como método para garantizar el funcionamiento del Programa en el territorio. Es real que hasta el momento han funcionado como un respaldo importante, pero, como se ha dicho, debería ser la excepción y no la regla. No podemos permitir un acomodo en este sentido.

En el BSP, mayor centro de extracción de la provincia, el 93 % de las donaciones pertenecen a la categoría de familiares y solo un siete por ciento a las voluntarias. Resulta imprescindible incrementar la promoción sobre la importancia de estas últimas, pero desde un enfoque mucho más novedoso y aterrizado a la realidad del territorio.

CONCLUSIONES

Ya no son factibles los grandes movimientos de donaciones realizados décadas atrás. En este instante no se cuenta con una infraestructura que los haga sustentables, por lo que se debería organizar un movimiento de donantes voluntarios que se base más en la sistematicidad y no en la masividad.

Se impone, además, trabajar en la renovación del potencial de donantes, acercar a los jóvenes a este programa y generar todas las alternativas posibles, a fin de generar conciencia en torno a este acto altruista.

Cuando la sangre necesaria no aparece, las personas recurren a las redes sociales, la piden a quien sea, la claman y gestionan por cualquier vía, movidos esencialmente por su desesperación, esa que transversaliza las decenas de mensajes que dieron origen a este reportaje.

En verdad los insumos básicos para acometer la tarea, como las bolsas, escasean y el Programa puede mejorar su funcionamiento interno; sin embargo, en este problema, nosotros también podemos ayudar. Solo es cuestión de tender el brazo solidariamente.

Por Lisandra Pérez Coto y Guillermo Carmona Rodríguez/ periódico Girón

 

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