24 de noviembre de 2025

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Mireya Fundora: una arrocera en La Angelina (+fotos)

Con sus botas de gomas y un sombrero ajado por el tiempo y el uso, se le verá recorrer un arrozal a pocos metros de su casa que ya comienza a madurar.
Mireya Fundora rehuye a las cámaras y a cualquier intento de entrevista como si se tratara de algo funesto. Lo de ella es «trabajar sencilla y llanamente», dice, y la frase nunca logrará encerrar las tantas tareas que esta mujer emprende en cada jornada.
Con sus botas de gomas y un sombrero ajado por el tiempo y el uso, se le verá recorrer un arrozal a pocos metros de su casa que ya comienza a madurar.
El área cultivada, ubicada en La Angelina, ya dejó aquella tonalidad de un verde claro para asumir el color dorado intenso con que las panículas anuncian la etapa de cosecha.
Han sido tres meses de sobresaltos, intenso ajetreo y más de un tropiezo. Para esta mujer con más de cuatro décadas de experiencia en el cultivo de la gramínea, cada etapa productiva representa un quebradero de cabeza ante la ausencia de los insumos, indispensables para las atenciones que requiere este cultivo.
Sembrar arroz demanda un complejo proceso que inicia con la preparación de tierra, la construcción de canales para el riego por aniego, y la siembra por «moteo» que no es otra cosa que transplantar las posturas.
Luego, debe velar por el crecimiento de las plantas y desarrollo de las espigas, ciclo donde se hace obligatorio la aplicación de abono e insecticidas.
Aunque restan varias semanas para la cosecha, ya Mireya comienza a localizar los sacos necesarios.
Calcula que en aquel espacio sembrado logre obtener unos 200 quintales. En días recientes también segó en otra área un poco más distante de su morada.
Esta campesina goza de renombre y fama en la zona de La Angelina, un polo productivo perteneciente al Consejo Popular Máximo Gómez, en el municipio de Perico.
La ubicación estratégica de su casa, a orillas de la carretera principal que comunica con el asentamiento Primero de Enero, la convierten en punto de referencia y casi una visita obligada para decenas de personas que transitan por la zona.
Esta veterana que debe rondar los 70 años de edad (nunca me he atrevido a preguntarle) siempre lanzará un saludo afectuoso al visitante, junto a algunas de sus tantas frases jocosas y llenas de cubanía, a lo que no faltará un café recién colocado, que con anterioridad molió, tostó y cosechó en su propia finca.
Su hija Wilma ha devenido en su mano derecha heredando su laboriosidad. Desde bien temprano asumen incontables responsabilidades de las tantas que se desarrollan en el campo.
La actividad en estos predios inician en la madrugada con el ordeño de las vacas. Cuando el sol comience a asomar dirigirán el ganado hacia los pastizales donde permanecerán hasta el mediodía.
Parte de la leche acopiada se comercializa en la la bodega y tiene como destino a los niños del poblado.
Mireya es conocida además por su desprendimiento y ganas de ayudar al prójimo. Hace apenas dos días envío varios racimos de plátano a un centro social de Perico.
Cuando conoce de algún enfermo no dudará en ayudar con viandas y hasta envía un pollo criollo para la sopa reconstituyente.
Expresa con sano orgullo que el arroz obtenido en sus suelos angelinos alimentó a los damnificados de Melissa. No hace mucho envío cuatros sacos como parte de la ayuda solidaria a aquella región del país.
Serán muchas las historias que quedan por desentrañar de esta hacendosa mujer campesina. Ella, que es prolífica de palabras y refranes ingeniosos, enmudece cuando le piden una entrevista. Y si le apuntan con el lente de una cámara, lanzará una mirada inocente y tímida, hasta suplicante, para que no le retraten. Lo de ella, reitera, es «sencilla y llanamente, trabajar».
Fotos: Del autor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *