De Holanda a Cuba: la solidaridad de un fotógrafo que no conoce fronteras
La historia de Gerard Van Der Sluijs, un holandés de 59 años, fotógrafo profesional y conductor de autobús, comenzó a circular en redes sociales. Su nombre saltó de Holanda a Cuba cuando compartió un gesto que nace de la empatía: convertir sus vacaciones en una acción solidaria.
Antes de iniciar la entrevista me aclara que no es un héroe, solo un holandés común y corriente, trabajador que desea ofrecer su ayuda a los damnificados tras el paso del huracán Melissa por el oriente cubano.
Gerard llegará a la Isla el 17 de diciembre, en lo que será su primer viaje fuera de Europa. Lo hará cargado no solo de ilusión, sino también de donaciones reunidas con esfuerzo propio: insumos médicos, útiles escolares, ropa y artículos que pretende entregar en comunidades afectadas por el huracán..
Su vínculo con Cuba nació cuando trabajó como conductor de la orquesta Soy de Cuba durante una gira por Holanda. “Eran personas muy amables. Me dijeron que algún día debía visitar Cuba”, recuerda. Aquel encuentro sembró una curiosidad que ahora, con este viaje, se convierte en compromiso.
Cuando el huracán Melissa golpeó el país, Gerard sintió que no podía simplemente disfrutar de tres semanas de playa mientras otros lidiaban con la pérdida. “Tenía que hacer algo”, confiesa.
Intentó recaudar fondos a través de GoFundMe, pero su campaña fue cancelada por restricciones asociadas a las sanciones de Estados Unidos. Lejos de desanimarse, inició un proyecto local: imprimió carteles, habló con un periodista y salió a las calles a pedir colaboración “sin ser una empresa, solo una persona”. La respuesta, dice, fue sorprendentemente humana: muchas manos extendidas para ayudar a quienes ni siquiera conocen.
“Quiero llevar a Cuba todo lo que pueda y hacer algo útil”, asegura. También envía un mensaje a los cubanos: “Manténganse fuertes. Han superado tormentas peores. Hay personas en el mundo que piensan en ustedes y quieren apoyarlos”.
Van Der Sluijs, padre de dos hijos y dueño de un perro, inicia este viaje con el corazón lleno de ganas de aportar. Su gesto demuestra que, a veces, la solidaridad viaja más lejos que cualquier avión.
