30 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

La magia de Naborí

A Naborí me acerqué desde su Cristal de aumento y quedé prendada enseguida. Ese hombre de mirada noble, fue capaz de ver el mundo en la última etapa de su vida a través de los ojos de una mujer  y dibujarlo para el resto, con tal agudeza  que quizás aun mirando,  otros no lograran descubrirlo como él.  

A Naborí me acerqué desde su Cristal de aumento y quedé prendada enseguida. Ese hombre de mirada noble, fue capaz de ver el mundo en la última etapa de su vida a través de los ojos de una mujer  y dibujarlo para el resto, con tal agudeza  que quizás aun mirando,  otros no lograran descubrirlo como él.

A Naborí lo conocí, sin conocerlo, me enamoré de muchos de sus versos, quise memorizarlos y valoré más la décima. Entendí que un niño que nace para ser poeta, no importa si tiene que interrumpir sus estudios para trabajar como pastor de ovejas, aprendiz de zapatero o dependiente de comercio.

Jesús Orta Ruiz llevaba el verso por dentro, le corría por las venas, como las más humildes tradiciones de su familia campesina. En cuanto pudo retomó sus estudios, leyó mucho y apenas siendo un adolescente supo atrapar en el aire la palabra precisa para librarse del ridículo en las primeras controversias y alcanzar, quizás sin proponérselo, una popularidad sin precedentes.

Creció con el compromiso de ser fiel a lo popular, pero abrazar lo culto y defender así una métrica cargada de talento y de lirismo. Escribió para la clandestinidad, hizo prosa, y de la buena, también periodismo,  con tanto ingenio que logró ensalzar  en verso lo que cualquiera hubiera contado en una escuálida nota.

Amó mucho a Eloína Pérez Collazo, su esposa, fue padre de Noel y de otros cuatro pequeños; pero sintió “la ausencia más glacial” tras la fuga de ese primer ángel. Allí en la poesía, en sus Estampas y elegías vertió el dolor, cual “zumbido sin abeja”.

Incursionó en la radio, escribió para la televisión, publicó en total diez títulos en prosa y catorce poemarios, recibió numerosos premios, hizo grandes amigos; pero todo lo alcanzó con tal sensibilidad y sencillez, que todavía, 19 años después de aquellos últimos días de diciembre de 2005, no parece haberse ido. El Indio Naborí es para Cuba y para otros pueblos una leyenda, cuya “magia de supremo bien”,  sigue conquistando.

 

Magia

Estoy viendo, como quien

sueña en una noche triste,

paisaje que ya no existe

con ojos que ya no ven.

Magia de supremo bien

hay en el recuerdo mío,

cuyo visual poderío

desde un mirador profundo,

está repoblando el mundo

que se me quedó vacío.

   (Jesús Orta Ruiz, Con tus ojos míos)

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