De la tierra todo
Martí, de Matanzas, integra el grupo de los ocho municipios cubanos (Guanabacoa, en La Habana; Isla de la Juventud; Manicaragua y Remedios, en Villa Clara; y Yaguajay, Trinidad y Cabaiguán, en Sancti Spíritus), en que se implementa un proyecto dirigido al desarrollo territorial sobre la base de los recursos endógenos y sin agredir el medio ambiente.
La iniciativa, basada en la cooperación entre actores económicos estatales y privados, entidades científicas como la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, cuenta con el financiamiento de organismos internacionales como la Unión Europea y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Los municipios escogidos y comprometidos con el avance de este ejercicio tienen en común la disponibilidad de recursos naturales como áreas costeras, agua medicinal y potable, suelos fértiles y suficientes desechos orgánicos que se pueden transformar en energía y bioabonos.
El llamado a aprovechar todas esas potencialidades, tiene como finalidad ganar en autogestión y sostenibilidad energética y alimentaria. Para ello tienen a la ciencia como principal aliado.
Diseñado bajo los principios de la economía circular y el progreso social de las comunidades rurales; el proyecto comprende la producción de alimentos sobre bases agroecológicas junto a la generación y uso de energía limpia, con la creación de nuevas fuentes de empleo, mejoras económicas y elevación de la calidad de vida.
Desde la ruralidad de un municipio
Sin lugar a dudas, en Cuba, el transporte es uno de los sectores en que más impacta el bloqueo impuesto por los Estados Unidos a la isla. Ejemplo de ello son las serias limitaciones con el hidrocarburo y las partes y piezas de repuesto que precisan los medios de transporte público.
Por la complejidad para garantizar ese servicio en tales condiciones, es que su presencia resulta casi nula en muchas zonas rurales del país. De ahí las expectativas que suscita entre los pobladores del matancero municipio de Martí, la posibilidad de contar con ómnibus locales que funcionan con biometano.
Este combustible se genera en la propia región a partir de la construcción y funcionamiento de biodigestores del tipo «laguna tapada» que permiten el tratamiento de residuales sólidos sin la emisión de gases de efecto invernadero, como el metano, a la atmósfera.
Del manejo adecuado de ese gas resultante de las excretas de animales y desechos agrícolas, se obtiene el combustible (biogás) para generar energía eléctrica, calor y mover vehículos.
Sin embargo, el servicio de ómnibus propulsados por biometano en Martí, todo un hito en Cuba, es solo una parte de un proyecto superior que incluye, mejorar vías y carreteras con el asfalto natural de la región e incrementar la masa porcina y la producción agrícola de manera sostenible.
Así, la ciencia responde a problemas acumulados en ese municipio, uno de los de mayor extensión territorial de la provincia de Matanzas, con un alto índice de envejecimiento poblacional y afectado además por la migración de su fuerza de trabajo joven y calificada.