4 de julio de 2025

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Una historia de amor y de ciencia

Un trasplante de riñón de un donante vivo acaba de marcar un nuevo hito en el Instituto de Nefrología de Cuba Dr. Abelardo Buch López: un hijo le donó un riñón a su madre para devolverle la vida. Y por eso no fue solo una cirugía, sino una declaración de principios, una expresión de lo que puede lograrse cuando se conjugan ciencia, voluntad y amor.
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I. Una historia de amor y de ciencia

Un trasplante de riñón de un donante vivo acaba de marcar un nuevo hito en el Instituto de Nefrología de Cuba Dr. Abelardo Buch López: un hijo le donó un riñón a su madre para devolverle la vida. Y por eso no fue solo una cirugía, sino una declaración de principios, una expresión de lo que puede lograrse cuando se conjugan ciencia, voluntad y amor.

La paciente, una matancera de 50 años con enfermedad renal crónica, había tenido que andar ya el escabroso camino de la hemodiálisis.

Los detalles nos los ofrece el Jefe de la Unidad de Trasplantes del Instituto, el Dr. Christian Leyva de la Torre, quien encabezó el equipo multidisciplinario de nefrólogos, cirujanos, urólogos, anestesistas y enfermeras que luego de una evaluación exhaustiva asumió la cirugía del donante —de unas cinco horas—, particularmente compleja por tratarse de un joven con mucha masa muscular y de complexión fuerte, lo que exigió un abordaje técnico meticuloso. Y luego: la operación a su mamá, quien fue trasladada a terapia intensiva, como dicta el protocolo. Evolucionó de forma favorable y ahora recibe un seguimiento riguroso.

” Históricamente, – nos refiere el profesor auxiliar, especialista de Primer grado en Nefrología y de Segundo grado en Medicina Interna, en la institución se realizó aproximadamente el 40 % de los trasplantes renales que se hacían en el país cada año.

Después de la COVID esta actividad quirúrgica decayó, actualmente tratamos de elevar el número, lo cual exige crear mejores condiciones en las terapias, la adquisición de todos los insumos y otras necesidades.

Este es un ejemplo de la voluntad existente en la institución de devolverles calidad de vida a pacientes con insuficiencia renal crónica”.

II. La voz que dijo: “¡Comiencen!”
                                                            Foto: Mylenys Torres Labrada

La voz que marcó el inicio de ambos procedimientos fue la de la Dra. Raquel Rondón Reytor, anestesióloga y jefa del salón de operaciones. Con apenas 32 años, dirige con firmeza los pasos dentro de ese espacio donde se lucha cuerpo a cuerpo por la vida.

“Son cirugías largas, agotadoras, trabajosas, pero con un fin muy humano… Ese día hay mucho personal en el salón. También se requiere de mucho material; se gasta más del doble de lo normal de todo… Pero todos nos regocijamos al ver orinar inmediatamente al uréter, tras conectar la vena y la arteria a la vejiga. Eso es señal de que todo va bien, que el paciente va a salir orinando del salón”, relató, con la satisfacción de quien ama profundamente su labor”.

Raquel se convirtió en anestesióloga a los 28 años. Su familia —su madre, su hermana y su esposo— se enorgullecen de ella. “Mi especialidad es muy dedicada, pero también muy bonita. Es una de las más completas de la medicina”, afirma.

III. “Mi hijo me devolvió la vida”

Misleivy Martínez Zulueta todavía no se explica cómo es posible que, tras una cirugía tan compleja como un trasplante renal, no haya sentido dolor fuerte ni haya necesitado analgésicos. Dice que puede deberse a que el nuevo riñón que ahora la mantiene con vida pertenece a su único hijo, Evelio Joel Hernández Martínez, de 28 años.

                                                                            Foto: Mylenys Torres Labrada

—”Fue su decisión. Me costó mucho aceptarlo porque no es fácil, pero él siempre estuvo muy dispuesto. Sé que es un gran ser humano, y ahora es mi salvador”—dice, emocionada.

El joven, exintegrante del equipo de béisbol Cocodrilos de Matanzas, es licenciado en Cultura Física y cursa actualmente una maestría. Trabaja en Varadero y hoy, ya de alta, se recupera en casa junto a su esposa, su hija y su abuela.

—”Cuando salí de terapia intensiva, tras cinco días, lo vi por primera vez en la sala. Nos abrazamos, le di las gracias por ese gesto tan valiente, tan humano. Me dijo: “Mamá, yo hice lo que tenía que hacer por ti. Te debo la vida y quiero disfrutarla a tu lado”.

También ha sido esencial el apoyo de su esposo, Evelio Joel Hernández Serra, quien ha estado a tiempo completo durante todo el proceso.

Misleivy es trabajadora social en el Ministerio de Trabajo en Matanzas, donde atiende casos de vulnerabilidad social, madres con varios hijos, adultos mayores, personas con discapacidad y menores con conductas inadecuadas. “Me gusta mucho mi trabajo”, dice.

—”Estoy muy agradecida con el equipo médico, en especial con el doctor Christian, un gran profesional y mejor ser humano. También con los residentes del servicio, que constantemente nos trataron, bajo su supervisión. Y a todos en el instituto”.

Recuerda con especial cariño también a la doctora Vionahilda, quien la diagnosticó en la sala de Nefrología del Hospital Provincial de Matanzas Faustino Pérez, y a la doctora Idania, del Laboratorio Clínico, que siempre estuvo pendiente de sus complementarios.

—“Agradezco a todos los que han estado presentes en este proceso. He sentido mucho apoyo y eso me ha dado fuerzas”.

Y un poco más de fuerzas para creer en el amor de la familia y en el poder de la ciencia tenemos ahora todos.

  • Por: Mylenys Torres Labrada/Tomado de MINSAP

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