4 de noviembre de 2025

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Cuba no se arrodilla: la solidaridad no se condiciona

Cuba ha demostrado, una y otra vez, que está dispuesta a recibir apoyo de cualquier parte del mundo, siempre que sea con respeto y sin segundas intenciones.

Cuba ha recibido una oleada de solidaridad internacional tras el devastador paso del ciclón Melissa por el oriente del país.

Naciones Unidas, Venezuela, y otros países han enviado toneladas de ayuda humanitaria, desde medicinas y mosquiteros hasta alimentos y materiales de reconstrucción. Sin embargo, Estados Unidos ha intentado convertir la tragedia en un juego político, ofreciendo una “ayuda inmediata” al pueblo cubano, pero sin coordinar con el gobierno de La Habana. ¿Ayuda o chantaje?

El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, excluyó inicialmente a Cuba de la lista de países receptores de asistencia, mencionando solo a Jamaica, Haití, República Dominicana y Bahamas.

Luego, ante la presión mediática, incluyó a Cuba en sus declaraciones, pero sin aclarar cómo se entregaría esa ayuda. Finalmente, se anunció una donación de 3 millones de dólares, canalizada a través de la Iglesia Católica, evitando cualquier contacto oficial con el gobierno cubano. Este tipo de maniobra no es nueva: Estados Unidos intenta imponer condiciones, ignorando la soberanía de Cuba y manipulando la narrativa para culpar a la isla de rechazar la ayuda.

Pero Cuba ha demostrado, una y otra vez, que está dispuesta a recibir apoyo de cualquier parte del mundo, siempre que sea con respeto y sin segundas intenciones.

La ayuda venezolana llegó sin condiciones: 26 toneladas de insumos médicos, alimentos y materiales para reconstrucción. La ONU también actuó con transparencia y coordinación, entregando kits médicos para más de 90,000 personas. Incluso en el pasado, Cuba ha aceptado ayuda desde Estados Unidos, como ocurrió tras el huracán Irma en 2017, cuando organizaciones no gubernamentales lograron enviar donaciones, aunque con obstáculos impuestos por el bloqueo.

El cinismo estadounidense se evidencia aún más si miramos hacia Puerto Rico. Durante la presidencia de Donald Trump, la respuesta al huracán María fue calificada como negligente y humillante.

Trump lanzó rollos de papel toalla a los damnificados como si fueran juguetes, minimizó la tragedia y retrasó la entrega de fondos de emergencia. A día de hoy, Puerto Rico aún sufre las secuelas de esa gestión: infraestructura colapsada, servicios básicos inestables y una población que se siente abandonada por Washington.

Mientras tanto, en Cuba, el pueblo se moviliza, las brigadas trabajan, y la solidaridad internacional fluye. Lo que no fluye es la hipocresía. Cuba no se arrodilla ante chantajes. La ayuda verdadera no se condiciona, no se manipula, no se convierte en arma política.

Y si Estados Unidos quiere ayudar, que lo haga con dignidad, no con cinismo. Porque aquí, en esta isla, la dignidad no se negocia.

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