«La tierra, cuando ella muere, se abre debajo de los pies»

Todos comentan el hombre que fue Martí y cómo contribuyó su ideario a la lucha de los pueblos de América Latina, pero pocos se detienen a pesar en Leonor Antonia de la Concepción Pérez Cabrera, la mujer que lo trajo al mundo, la encargada de forjar cada una de sus virtudes morales.
Doña Leonor fundó una familia con el valenciano Don Mariano Martí Navarro y se dedicó a cuidar y proteger con tesón a la progenie numerosa, perseguidos en todo momento por penurias económicas.
A pesar de ello, Leonor siempre aseguró la educación de sus hijos, en especial la de José Martí, aun cuando el inquieto adolescente lleno de devoción patriótica empezara a protagonizar acciones contrarias al dominio colonial español.
Expresó Martí una vez; «Algo nos guía y ampara mientras ella no muere. La tierra, cuando ella muere, se abre debajo de los pies». Pero fue dura la existencia de esa madre que sobrevivió doce años a la muerte del hijo.
Cuentan los estudiosos que el 19 de junio de 1907 le llegó la muerte a la madre del más universal de los cubanos, en La Habana, a la edad de 78 años, acompañada por su hija Amelia.
Nada de valor había en sus pertenencias, salvo una hoja de papel resguardada toda su vida como un gran tesoro, el poema que a la tierna edad de 15 años José Julián le dedicara por su cumpleaños.