Oda al padre del Capitán Plin


Nacido en La Habana el 15 de diciembre de 1947, desde su ingreso en la revista Pionero en 1970, este prestigioso historietista, animador, conductor televisivo y cronista visual trazó una ruta singular en el universo gráfico cubano. Lo que comenzó como trabajo en el Departamento de Divulgación devino plataforma para una obra que cruzó medios, estilos y públicos.
Colaboró con las también revistas Zunzún, El Caimán Barbudo y el periódico Juventud Rebelde, y dejó su huella como director en múltiples espacios de la pequeña pantalla y campañas de bien público y publicidad comercial.
En 2009, los Estudios de Animación del ICAIC comenzaron a producir la serie Aventuras en la Isla del Coco donde, manteniendo la esencia de su contraparte literaria, sus icónicos personajes del Capitán Plin, Rui, la Pestex y compañía, deleitaron a un sinfín de infantes y adultos con su característico humor y sus no pocas enseñanzas, siempre envueltas en variopintas historias de camaradería, humor y heroicidad.
Además de su prolífica labor creativa, Jorge Oliver cultivó una trayectoria institucional que reafirma la solidez de su pensamiento y el alcance de su influencia. Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de La Habana, integró la presidencia de la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales, lideró el Departamento de Humor e Historietas del Instituto Internacional de Periodismo José Martí y ostentó, entre otros galardones, el Premio Nacional de Literatura Infantil La Rosa Blanca en 2006 y 2007.
Hace justo dos años, Jorge Oliver Medina dejó de dibujar con las manos, pero no con el recuerdo de su pueblo. Su legado, tejido entre viñetas, animaciones y anhelos televisivos, persiste como atmósfera lúcida y entrañable entre quienes aún desandamos la Isla del Coco con nostalgia y evocamos, con cariño, al “viejito que ponía las películas” desde el multigeneracional y trepidante Cuadro a Cuadro de Cubavisión. En él, la historieta alcanzó su plenitud: se volvió país, se volvió memoria, se volvió arte.