El escabroso camino de la Ley de Comunicación Social
La Ley de Comunicación Social no resolverá todos los problemas, pero puede ser una herramienta clave para que la población conozca las causas de las dificultades y las acciones para enfrentarlas. No es lo mismo vivir entre carencias sin información, que saber que existen esfuerzos para solucionarlas. Hoy analizamos cómo esta ley podría acercarnos a una comunicación más transparente y útil.
En Matanzas, por ejemplo, hay desafíos que afectan a todos: la recogida de basura, las áreas verdes descuidadas, las aguas albañales en las calles, la escasez de agua potable y los apagones. Son problemas visibles, pero ¿cómo se están atendiendo? La ley debería garantizar que esa información llegue de forma directa, sin rodeos ni propaganda.
Hoy, los organismos públicos tienen redes sociales y páginas web, pero la saturación de datos confunde más que ayuda. La gente busca respuestas claras y termina abrumada. Necesitamos una plataforma única que centralice solo lo esencial: información verificada, sin politizar, con hechos y soluciones concretas.
La Ley de Comunicación Social debería crear un sistema donde, con un clic, cualquier ciudadano acceda a datos actualizados de su localidad. Breves, precisos y sin adornos. No se trata de ocultar realidades, sino de comunicarlas con honestidad para construir confianza.
Una comunicación social efectiva no es un lujo, es un derecho. Si esta ley se implementa con transparencia, podría ser el primer paso para que nadie vuelva a sentirse a ciegas ante los problemas que nos afectan a todos.
