26 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

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Mi admiración a los educadores cubanos en su Día

He conocido a muchos educadores, pero guardo con mucho placer el recuerdo de uno, que aunque no fue mi maestro en un aula, sí aprendí mucho de él en los encuentros que sostuve por diferentes motivos: Raúl Ferrer

En Cuba este 22 de diciembre se celebra el Día del Educador, fecha que todos conocemos su origen. En mi vida de estudiante tuve a muy buenos maestros, desde Nilo Ferrer, el primero, hasta el último que aún no ha llegado. Porque la vida es un estudio constante.

He conocido a muchos educadores, pero guardo con mucho placer el recuerdo de uno, que aunque no fue mi maestro en un aula, sí aprendí mucho de él en los encuentros que sostuve por diferentes motivos: Raúl Ferrer.

Cuando se habla de maestro y educador, hay que hablar de este hombre que asumió el magisterio como sacerdocio. No he conocido a maestro alguno que sepa lograr la atención de un colectivo como él. Raúl tenía la capacidad de conversar con cada uno y con el grupo a la vez. Todo el auditorio pensaba que el intercambio era personal.

No sé cómo se la agenciaba para estar siempre rodeado de personas en los encuentros nacionales o visitas que realizaba; cada una de sus conversaciones era una enseñanza llena de optimismo y las historias contadas eran fuente de saber, de las que había que beber obligatoriamente.

Recuerdo una de esas historias donde para asistir a su clase había que ir sin zapato. Aún hoy me estremezco con lo contado. Un alumno dejó de asistir a clase y él se preocupó, el asunto era que ese niño no tenía zapatos y por pena no iba a la escuela, hasta que él lo convenció. Al otro día antes de entrar al aula se quitó sus zapatos y sugirió a todos los alumnos hacerlo y colocarlos junto al busto de Martí, así resolvió ese asunto.  Todos estaban sin zapatos en el aula.

Otras de sus anécdotas-enseñanza fue la del piojo ajeno. Había una familia un poco descuidada que tenía una niña con piojo. Para no decírselo directamente a la madre inventó lo del piojo ajeno. Le dijo a la mamá que cuando llegara a la casa revisara la cabeza de la niña y si le encontraba piojo que se lo curara, porque en el aula había varios niños con piojo, no fuera ser que la niña lo cogiera.

Realmente considero que la obra y vida de Raúl Ferrer debe ser estudiada por los educadores cubanos, porque cada una de sus anécdotas, historias u orientaciones, son verdaderas clases magistrales.

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