15 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Lo significativo de la Feria del Libro de Matanzas

La Feria es también una etapa del año; un ciclo dentro del panorama literario del país; una  campaña fundamental  para la lectura; un estímulo al escritor, a los editores, a los que tienen que ver con el libro. Pasar de ser un público que busca  lo utilitario y a veces hasta lo banal, que también se comercializa en la feria, es un tránsito, a convertirte en un lector de lo que la misma te propone, como libro y como actividades

La Feria del Libro de Matanzas, que se celebró del 2 al 5 de marzo en curso, ha culminado. Hay un aspecto que el público -y voy a mencionar el concepto de público, como un gran porciento del que asiste, interesado por una zona de la feria, que no es la eminentemente literaria, que es en realidad el núcleo esencial de las actividades y presentaciones-, y utilizar la palabra espectador, como alguien más  especializado, o quizás  no tanto,  pero al menos  interesado en la lectura, donde entran los que buscan las presentaciones, el encuentro con las novedades editoriales, los autores, las actividades teóricas, los homenajes, las actividades culturales,  lo que no quiere decir que en el  público y espectador no haya interesados en ambas cosas.

Este concepto, que parte del teórico Marcos Marinis, para definir a los que asisten al hecho teatral, me ayuda a iluminar el acto de participar o no, y de qué manera, en el acontecimiento literario.

Lo cierto es que una gran mayoría habla de los altos precios de la feria, especialmente de objetos utilitarios para niños, y en algunos casos los libros, que no son precisamente de las editoriales cubanas, más visibles dentro del acontecimiento.

El aspecto de los precios siempre ha sido una zona de conflicto de las ferias del libro y en este 2023 aumentaron aún  más con la inflación que atraviesa la economía  del país. Pero, ¿y en la auténtica  feria, la que prestigia al libro y la literatura, qué sucedió? ¿Cómo la podemos valorar?

La de Matanzas fue, desde mi punto de vista, potente, si revisamos lo que ocurrió cada día, desde la inauguración  hasta la clausura, con actividades dedicadas a promover la literatura cubana –y  en esta edición a la colombiana, donde fue esencial la presencia del librero, escritor y promotor Álvaro Castilla-, con homenajes  a autores claves como Fina García  Marrúz, la bibliotecaria mayor Araceli García Carranza, el narrador y traductor Julio Travieso, al científico Antonio Nuñez Jiménez y a nuestro editor, poeta y promotor cultural Alfredo Zaldívar.

Es cierto que por la intensidad y variedad de la programación una parte de esos espectadores (la mayoría no pudo asistir a todas y me cuento entre esos), pero la calidad de las mismas es un sello que patentó nuestra Feria de Matanzas, como lo es el prestigio de sus editoriales Matanzas, Vigía y Aldabón, las publicaciones de sus libros, los autores en catálogos y los resultados nacionales  e internacionales  de sus escritores, que van desde jóvenes, como Milho Montenegro, hasta consagrados como Miguel Barnet o Antón Arrufat, Premios Nacionales de Literatura, que nos acompañaron.

La feria tuvo un buen comienzo, la inauguración en el Teatro Sauto (MN) con un espectáculo artístico, que fusionó  música, danza y lectura de poemas, de una indudable calidad, y en la que estuvo presente el homenaje a las personalidades  a quien estuvo dedicada la misma.

Las palabras de apertura de Alfredo Zaldívar ofrecieron una hermosa, aguda y contundente reflexión poética sobre su vida y relación con la literatura, la ciudad, el libro y sus autores, en la que emocionó el homenaje al recientemente  desaparecido Rolando Estévez Jordán, en el que Vigía, editorial de la que fue imagen visual, también lo recordó.

Alfredo Zaldívar es figura clave de la literatura cubana, un fundador de editoriales como Vigía o de espacios culturales y sólo  basta mencionar, por ejemplo, Concilio de las aguas o Café Mezcla´o. Ediciones Matanzas, con su liderazgo se transmutó en una de las mejores del país, quien celebró y fue reconocida por su trayectoria de 45  años.

Revisar el programa de la feria matancera nos deja sin aliento, por los lugares donde quise estar y no pude, y esta es – desde mi punto de vista- la verdadera feria del libro, la del intercambio y la reflexión, que abarcó lo múltiple del panorama literario y que cuando la repasas dejas muchas cosas memorables fuera de nuestro análisis; por lo que si usted no fue a alguna de estas, yo le hubiera recomendado haber asistido -y sólo  voy a ofrecer diez instantes, para poder valorar la calidad de la feria, que no debió haberse  perdido- y que aún puede recuperar si encuentra en nuestras librerías la obra de teatro Hierro, de Carlos Celdrán, que obtuvo el Premio de la Crítica Literaria 2022, sobre la vida de José  Martí, el hombre, el poeta y el héroe, durante su estancia en Nueva York, en dos  etapas de su vida.

Puede buscar El polvo y el oro, del Premio Nacional de Literatura Julio Travieso; La llama infinita, antología de la décima joven, de Liliana Rodríguez; Mi papá salió del clóset, de Mildred Hernández; Las cuevas de Bellamar, de Antonio Núñez Jiménez; El peso de las cosas en la luz, de Fina García Marrúz; Mala sangre, de Milho Montenegro; En boca de otros. Sobre la obra de Antón Arrufat, de Cira Romero; La excepcional belleza del verano, de Luis Lorente…, entre otros. El que asistió a estos espacios tuvo la posibilidad de vivir la experiencia estética del diálogo, la lectura, el intercambio, el encuentro vivo con los escritores.

Asistir a las actividades centrales -y los organizadores lo aclaran- en el Museo Palacio de Junco, es asistir a la columna vertebral de la feria, espacios de goce estético, reflexión teórica y práctica sobre varios temas, acercamientos a autores, como fueron los casos de Pasar Revista, los paneles dedicados a Fina García Marrúz, Alfredo Zaldívar, Julio Travieso o Araceli García Carranza.

Disfrute de los sentidos, enriquecimiento del conocimiento, apertura a otras voces y perspectivas sobre zonas vivas de nuestro panorama. ¿Cuántos estudiantes y profesores afines a las humanidades de esta ciudad, para hablar de la provincia, asistieron  a estos espacios? ¿No constituyen estos, además de académicos, una particular manera de difusión de la literatura y destrucción del anquilosamiento que nos corroe de alguna manera en el campo humanístico? Creo que esto sí es un problema, hay que ver, experimentar la feria del libro por su concepción  y objetivo, la estimulación de la mejor literatura y pensamiento, la búsqueda de nuevas  fuentes de sabiduría en muchas ramas del saber.

Por ejemplo, en una zona al margen de las áreas más concurridas de la Feria, el encuentro con el joven dramaturgo Juan Edilberto Sosa, autor de El Hambre, Premio José  Jacinto Milanés 2021, suscitó en la Casa de la Memoria Escénica un intenso diálogo con los presentes sobre su dramaturgia, influencias y vínculos, además de los procesos de trabajo con su grupo La Caja Vacía, que abren otras zonas dentro de la creación teatral cubana.

¿Cómo obviar que en la feria tuvimos la posibilidad  de dialogar con autores como Cira Romero, Laidi Fernández de Juan, Antón Arrufat, Luis Lorente, Miguel Barnet, Virgilio López  Lemus, Zaida Capote, Rogelio Riverón, Urbano Martínez, entre muchos otros; encontrar textos para disímiles gustos o intereses, como  la naturaleza, historia, el deporte, la política u otras especialidades como la culinaria?

¿Cómo  obviar que hubo más de 30 actividades dedicadas a los niños, que combinaban lo teatral, lo musical y el propio libro, con la presencia de sus autores: Mildred Hernández, Alexis Díaz Pimienta y su Chamaquili, Maylan Álvarez, Carlos Ettiel, José Manuel Espino…?

¿Cómo haberse perdido los recitales de poesía, los conversatorios sobre temas diversos, las proyecciones de materiales audiovisuales, los conciertos o funciones teatrales? Había como para escoger en esta feria, creo que demasiado, como para no saber dónde ir.

Si te perdiste como lector las siguientes actividades, si no las agendaste en tu programación o no pudiste por estar en otras, como es mi caso, organizar o ser protagonista de otras, dejaste de aprender o de llevarte a casa una parte de la feria, que es la que entre otras, la enaltece.

La Feria es también una etapa del año; un ciclo dentro del panorama literario del país; una  campaña fundamental  para la lectura; un estímulo al escritor, a los editores, a los que tienen que ver con el libro. Pasar de ser un público que busca  lo utilitario y a veces hasta lo banal, que también se comercializa en la feria, es un tránsito, a convertirte en un lector de lo que la misma te propone, como libro y como actividades. Es cierto que no alcanzará – ni aun con las propuestas más baratas– a comprar parte de lo que deseas, pero te repletarás de otras cosas, del disfrute de lo festivo, de lo sensitivo, del intercambio, de las proyecciones y de vivir los universos que un libro te propone.

  • Ulises Rodríguez Febles 

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