26 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

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Antonio Guiteras: «…morir por la Patria es vivir»

Aunque la norteña ciudad de Filadelfia lo vio nacer en los albores del siglo XX, Antonio Guiteras Holmes sucumbió al injusto abrazo de la muerte en la Atenas de Cuba el fatídico 8 de mayo de 1935, cuando la lozanía de sus 29 años aún se reflejaba en su faz.
Antonio Guiteras Holmes sucumbió al injusto abrazo de la muerte en la Atenas de Cuba el fatídico 8 de mayo de 1935Aunque la norteña ciudad de Filadelfia lo vio nacer en los albores del siglo XX, Antonio Guiteras Holmes sucumbió al injusto abrazo de la muerte en la Atenas de Cuba el fatídico 8 de mayo de 1935, cuando la lozanía de sus 29 años aún se reflejaba en su faz.

Desde pequeño estuvo influenciado por las historias del patriotismo de su tío José Ramón Guiteras y su tío abuelo John Walsh, quienes devinieron importantes defensores de las independencias de Cuba e Irlanda, respectivamente, así como por las enseñanzas y admiración hacia la obra martiana que su padre, Calixto Guiteras, le inculcó.

Ya radicado en Cuba, el joven Guiteras desarrolló una notable vida académica a la par de las acciones revolucionarias que el estudiantado protagonizaba y en 1927 obtuvo su Doctorado en Farmacia en la Universidad de La Habana, sitio desde el cual no dudó en integrarse al Directorio Estudiantil Universitario para repudiar la dictadura del entonces presidente Gerardo Machado.

Su vasta trayectoria revolucionaria comprendió importantes sucesos como el vincularse con veteranos de la Guerra Necesaria y jóvenes antimachadistas como Julio Antonio Mella, con quien desarrolló una gran amistad así como fundar la Unión Revolucionaria, organización cuyo «Manifiesto al pueblo de Cuba» representó un llamado a la unidad de la nación con la lucha armada como vía principal para derrocar la dictadura.

Tras la huida de Machado, no solo se opuso a la mediciación e injerencia de los Estados Unidos en Cuba, sino que llamó a la Isla a consolidar su revolución. Posteriormente asumió como Secretario de Gobernación, Guerra y Marina durante la presidencia provisional de Ramón Grau San Martín. Desde este cargo tomó medidas de gran aliento popular y, en correspondencia con su posición, incluyó revolucionarios en los cuerpos armados y designó a las dos primeras mujeres alcaldesas de Cuba.

Desafortunadamente este período, llamado Gobierno de los Cien Días tuvo en Fulgencio Batista a uno de sus principales y más activos detractores, provocando su ocaso el 15 de enero de 1934.

Nació entonces la Joven Cuba, que tristemente resultaría ser su última fragua revolucionaria. Con un Programa eminentemente martiano, centrado en la paulatina construcción de un Estado socialista y antimperialista, sobre la base de la insurrección armada, esta organización encabezó una ingente trayectoria rebelde para, finalmente, materializar el destino soñado por Céspedes cuando liberó a sus esclavos en 1868.

México sería el nuevo punto a visitar por Antonio para conseguir municiones, nuevos simpatizantes revolucionarios y reiniciar la contienda libertaria en la Isla. Sin embargo, la delación de un traidor puso en guardia a Batista y el azul de la playa matancera El Morrillo languideció ante el carmesí que espiraron con valentía los cuerpos de Guiteras y su compañero de luchas, el comunista e internacionalista venezolano, Carlos Aponte, cuando, en desigual escaramuza, ambos héroes fueron acribillados a balazos.

Otra vez un país penó ante el cruento látigo de la injusticia. Otra vez la vida de un joven, un héroe, nos era cruelmente arrebatada. Otra vez la sangre derramada renació en caguairanes y otra vez, el deceso por la Patria, se tornó vida.

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