Lázara no está sola del todo, estarlo fue siempre su elección, pero igual sigue siendo complicada, digamos que es como el café: un polvo casi negro que parece tierra, que se vuelve una bebida exquisita, caliente y que da vida, amargo por gusto propio, pero algunas veces con tres cucharadas de azúcar y un poco de leche se suaviza y endulza. Si a eso le sumas una galleta para mojar y compañía, la vida es mucho más colorida.
Liz María Martínez López
Ojalá llegue pronto el día en que nadie tenga que “confesar” su orientación, como si se tratara de una falta. Ese día, salir del clóset no será necesario, porque ya no habrá clóset del cual salir.