Martha Abreu: Generosidad y patriotismo
Nacida el 13 de noviembre de 1845, esta hija ilustre de Santa Clara es exaltada por su alma caritativa e ideales independentistas, que la impulsaron no solo a libertar a las grandes dotaciones de esclavos que poseía y darles empleo a estos, sino también a destinar ingentes recursos a la reanimación socioeconómica de su ciudad y al bregar mambí de la Isla.
Como benefactora de su terruño dotó a Santa Clara de varias escuelas y un dispensario para garantizar respectivamente la educación y atención médica gratuita a niños pobres, a la vez que fue mecenas de diversos artistas e intelectuales como el naturalista Carlos de la Torre, el astrónomo Julio Jover Anido y el médico Manuel Velasco, entre otros.
De igual forma, dio asilo a un sin número de personas sin hogar y contribuyó a la edificación de la entonces Plaza de Armas, hoy parque Leoncio Vidal, las estaciones meteorológica y ferroviaria del territorio, así como a la construcción del teatro La Caridad, su obra cumbre, devenida la institución cultural más relevante del siglo XIX en Santa Clara.
Incluso se recuerda la ocasión en que manifestó su disposición de poner al servicio del pueblo toda su fortuna en pos de la Guerra del 95 y que, en caso de que esta se terminase, pediría limosna junto a su familia si fuese necesario para apoyar la libertad de la Isla, que era lo primordial.
Justamente esos ideales, bien conocidos y vilipendiados por las autoridades españolas, la obligaron a abandonar el país para acabar radicando junto a su esposo en Francia, donde materializó una intensa labor conspirativa y de recaudación de fondos para la guerra contra el colonialismo ibérico.
Tras un notorio accionar por el bienestar de la mayor de las Antillas y, en especial, de su ciudad, y batallar con un estado de salud quebrantado, Martha Abreu falleció el 2 de enero de 1909 y más de un centenar de prestigiosas figuras y medios reseñaron el suceso y expresaron su dolor por la pérdida de tan insigne fémina.
El legado de Martha Abreu Arencibia perdura entonces, tangible y eterno, en el corazón del pueblo que en vida le acogió y su entrega a la causa revolucionaria y manifiesta generosidad la han convertido en un símbolo perdurable de nuestra lucha por la justicia y la libertad.
