5 de mayo de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Ximena Cabral y su interminable devoción por Carilda

Ximena Cabral no fue la misma mujer porque encontró en los versos sublimes de Carilda Oliver Labra el reencuentro consigo misma.
Ximena Cabral.

Cuando aún la piel palpitaba, húmeda y sensible, en medio de una madrugada de junio, que debió ser fría pero se antojó cálida y apasionada en Argentina, a seis mil 822 kilómetros de Cuba y siete mil 079 de Matanzas, ella escuchaba en la voz de su amante aquel Discurso de Eva que se le sembró en las entrañas.

Carilda llegó a mí de la forma más hermosa. La descubrí a partir de un amor y la lectura de Discurso de Eva, para mí uno de los poemas más bellos y que permite otra forma de ver a Eva mucho más vital, verdadera y apasionada, que queda muy lejos de ser la costilla de Adán.

“Este es un Discurso de Eva que manifiesta la fuerza con que después otras escritoras feministas hicieron sobre las mujeres. También fue muy especial disfrutarla de una voz masculina. Cuando pasa el tiempo y lo vuelvo a leer siempre me conmueve”.

Desde entonces, Ximena Cabral no fue la misma mujer porque encontró en los versos sublimes de Carilda Oliver Labra el reencuentro consigo misma y con tantas mujeres, la belleza tan diferente y variada que encierra el sexo femenino, la reafirmación de placeres indecibles descritos de las maneras más bellas posibles.

“En su obra Carilda se descubre única, trasciende épocas, generaciones y geografías y es capaz de lanzar miradas potentes desde la subjetividad de una mujer que se sabe creadora, hacedora, maga, hechicera y, a la vez, sensible, casi como un poco niña.

“ Nos lanza invitaciones desde la vulnerabilidad del amor, del amar, de la mujer amante que necesita, que duda, que pide, que exige, que se revuelca, que se somete, que somete. Tiene toda una variedad que no se deja llevar por lo convencional, por lo moralmente establecido, sino por las emociones y las pasiones humanas”.

Ximena no conoció la obra Carilda Oliver en Cuba, pero fue en La Habana, en el año 2017, donde pudo encontrar su poética de forma impresa, porque en Córdoba no se distribuye con frecuencia su literatura.

“Fue durante un curso en el Instituto Internacional de Periodismo. En esos días pude visitar la céntrica calle G, el malecón, Casa de las Américas. Como cordobés, como argentina, esa estancia tuvo un sentido muy querido, profundo, de identidad. No hubo nada más hermoso que estar allá, luego de haber conocido la existencia de la obra de una poeta como Carilda y luego encontrarme en ese mismo curso a una amiga con la que comparto la adoración por ese ser de luz que fue y es. Fue un regalo, el mejor de ellos”.

La periodista, editora y profesora nunca más pudo desligarse de esas lecturas sobre lo femenino que describen las emociones sin tapujos ni prejuicios, con la verdad más cruda y más hermosa.

“Carilda tiene a la vez esa forma tan material, tan carnal, tan visual al tiempo que se descubre sensible y rebelde. Su escritura simultánea entre la sutileza y la crudeza. Hay algo que también me parece maravilloso en ese juego de palabras en las que se envuelve como si fuera una danza.

“Hay tanto de inocencia, de risa, de trágico que puede representar una historia sin tiempo. Tiene aromas de antiguo pero se percibe muy vigente. Me parece que lo que ella hace es lanzar preguntas y mostrar esa naturaleza tan en movimiento en el juego con las emociones, los sentimientos, las vivencias suyas y nuestras, de todos los colores posibles que puede tener el amor”.

A pesar de que reconoce en la poesía de Carilda abiertas referencias al erotismo y sus más diversas formas, Ximena no se queda con la imagen estereotipada de la poeta matancera, sino que advierte una provocación en que, en los tiempos en que afloraron sus letras, se atreviera a hablar desde su subjetividad como mujer con ese desenfado temas que tengan que ver con el amor, las sensibilidades, su cuerpo.

Esa mirada feminista, valora, “expone que su obra explora el amor, desamor, la esperanza, los anhelos. Cuando se intenta poner el acento en la parte erótica de su poética o en algunas partes donde ella juega, con total irreverencia pero de manera luminosa e inspiradora con la idea del sexo, desde una perspectiva que ve el erotismo como algo meramente pornográfico, esas lecturas son machistas, masculinizadas y sesgadas.”

Redescubrir a Carilda a ratos se convierte en uno de los motivos de mayor sosiego para la argentina. Cuando siente desfallecer la fe en el ser humano e intenta exorcizar cualquier preludio de desconfianza ante sus desvariados actos, cuando la habitan soledades tremendas, cuando precisa entender algún rasgo escondido de la naturaleza del hombre y la mujer, abre el cajón que atesora en el closet del cuarto, muy cerca de la cabecera de su cama.

Atraviésame a rayos. Hazme otra vez una llave turca. Pondremos el tocadiscos para siempre. Ven con tu nuca de infiel, con tu pedrada. ¿Has escuchado algo más hermoso? Y luego: Júrame que no estoy muerta. Te prometo, amor mío, la manzana. Todo ello nos lleva a pensar en el acto más primitivo y vital, pero de una manera espléndida, brillante.

“Pero también convida a la ternura cuando escribe: ´Dormiremos como homicidas que se salvan, atados por una flor incomparable; y a la mañana siguiente, cuando cante el gallo, seremos la naturaleza´. Es simplemente maravilloso”.

Es en aquel rincón único de la ciudad de Córdova donde a Ximena la espera siempre la reconciliación con su propio yo, la esencia de la mujer latinoamericana que es ella misma pero que puede ser la de una tailandesa, una africana, una italiana.

Allí, a seis mil 822 kilómetros de Cuba ysiete mil 079 de Matanzas, en medio de una madrugada de junio, que debió ser fría, pero se antojó cálida y apasionada, una argentina lee poemas de una cubana que es ya universal y en ellos encuentra la esperanza de que desde la poesía la vida siempre puede ser más bella.

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