Actos de terror: Las bombas que intentaron apagar a Sol Palmeras
VARADERO.- Las mismas manos que el 6 de octubre de 1976 hicieron estallar en Barbados el DC-8 de Cubana de Aviación, han intentado destruir a Cuba.
Cualquier destello de prosperidad, cualquier fulgor, el más mínimo atisbo de triunfo, siempre lo quiso la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA).
Un día como hoy 23 de agosto, pero de 1997, un explosivo C-4 de más de 65 gramos estalló en el hotel Sol Palmeras, fruto de la primera empresa mixta surgida en Cuba e inaugurada por Fidel Castro el 10 de mayo de 1990.
Al menos dos trabajadores cubanos y cuatro turistas españoles pudieron ser víctimas mortales. Una camarera concluía la limpieza, un custodio estuvo a punto de revisar el sitio donde habían colocado la bomba y aquellos huéspedes acababan de pasar por el lugar, es la historia que la mayoría repite.
Aunque ya está retirado, Lázaro Lugones Cárdenas era el jefe de los custodios. Recuerda que por esos días se hablaba de bombas que serían colocadas en instalaciones económicas como estas.
“Recibimos la orientación de esmerar la vigilancia de las áreas, a mí me tocó la del lobby. Ya había revisado cada rincón y solo faltaba el pasillo. Allá iba cuando me distraje unos segundos en la puerta, y en el mismo instante en que fui a abrirla, ocurrió. Sentí un estruendo y quedé envuelto en una nube oscura».
Él lo narra y el miedo se apodera de una. “Vi cristales caer, el falso techo desprenderse. A tres metros estuve de la muerte, a esa distancia se encontraba el jarrón de barro donde pusieron el explosivo. Se nos escaparon».
Informes aseguran que en 1995 en esta propia instalación descubrieron una bomba que no llegó a explotar, pero puso en peligro la vida de cientos de huéspedes y empleados. Cuentan que al igual que en 1997, la colocó otro hombre contratado y financiado por Luis Posada Carriles y la FNCA.
Unos 10 años después, un artículo del diario Granma (11 de mayo de 2007) reseñó las llamadas telefónicas que refrendaban la participación de Posada Carriles y la fundación asentada en Estados Unidos. Esta decía: Paco y ahora dos explosiones más, una la metimos en el hotel Sol Palmeras de Varadero, uno de los nuevos esos de los españoles y la otra en una discoteca en plena Habana.
Para Arnaldo Díaz Hiedra, secretario general del buró sindical, la intención estaba clara: Querían apagar este sol que ya brillaba demasiado. Desde su inauguración, el hotel ha tenido resultados sobresalientes, entre ellos ser muchas veces Vanguardia Nacional.
En los últimos años, la instalación registra millones de ingresos anuales, resultado de una elevada ocupación y porcentaje de repitencia, de clientes que regresa una y otra vez en busca las buenas experiencias allí vividas.
Zulima Candales, subdirectora de Recursos Humanos, está convencida de que ninguna entidad progresa sin la inteligente gestión de los empleados. Quizás ello explique la estabilidad típica de la fuerza laboral, donde destacan fundadores en activo.
Hoy, otras bombas atacan al turismo, pero no lo doblegan. A pesar de las negativas consecuencias del bloqueo de los Estados Unidos contra la principal fuente de divisas para el país, la resiliencia se erige como escudo. Sol Palmeras es un magnífico ejemplo.