Nuestra dependencia del agua exige velar por su ahorro
Matanzas es una provincia reconocida internacionalmente por la belleza de sus paisajes y las bondades económico-sociales que ofrecen esos ecosistemas.
Sin embargo, muchas de esas particularidades físicas la convierten en un territorio extremadamente vulnerable a los efectos del cambio climático que hoy experimentamos.
Uno de los ejemplos más llamativos es la presencia de importantes acuíferos abiertos, de grandes extensiones de humedales y costas bajas o muy bajas. Ello indica que con la elevación del nivel medio del mar, esas formaciones geológicas que almacenan y ceden agua, se pueden salinizar.
Si a ese proceso se unen acciones antrópicas como el manejo inadecuado al extraer más líquido del que se debe por el sobreconsumo doméstico y agroindustrial, además de la destrucción de filtros naturales dentro de los que están los manglares y bosques de ciénaga, entonces se acelera la salinización.
En Matanzas, específicamente en el municipio de Martí, el desarrollo petrolero con las obras de fábrica que precisa y los proyectos agropecuarios realizados en la zona, provocaron el debilitamiento de manglares y el herbazal de ciénaga que purifican el agua y protegen de los fuertes vientos e inundaciones.
De ahí la importancia de preservar los ecosistemas costeros, evitar la fragmentación de hábitats con caminos o carreteras, el vertimiento de residuos contaminantes y no sobreexplotar los acuíferos, para que la cuña salina no avance.
Si se mantiene la salud del entorno, este puede cumplir con los servicios ambientales que brinda de forma gratuita y así ayuda a enfrentar los fenómenos derivados del incremento del cambio climático.
Igual de importante es la disciplina social y la inversionista en los sectores económicos y de los servicios que no realizan un eficiente tratamiento de residuales, pues no lo ven como parte de su propio sistema productivo y con ello ponen en riego los acuíferos y las aguas superficiales.
Nuestra dependencia del agua para el consumo humano, animal y el desarrollo económico de la sociedad, junto a las limitaciones que existen de ese recurso natural, exigen velar por su ahorro y sobre todo por la conservación de sus fuentes primarias.
Según un informe elaborado por la Organización Mundial de la Salud y UNICEF, alrededor de tres de cada diez personas en el mundo no tienen acceso al agua potable debido a la escasez del líquido.
Además, casi dos millones de personas mueren cada año producto de enfermedades provocadas por el consumo de agua contaminada.