Aún el olor a pintura fresca permanece en el aire. Ni un gramo de polvo en las mesas y sillas. Las columnas se elevan imponentes entre los libreros a los que, felizmente, regresaron los libros.
Aún el olor a pintura fresca permanece en el aire. Ni un gramo de polvo en las mesas y sillas. Las columnas se elevan imponentes entre los libreros a los que, felizmente, regresaron los libros.