17 de mayo de 2024

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El mejor amigo de José Martí

El inolvidable estreno de la cinta Inocencia fue uno de los mayores aciertos del cine antillano para despertar en los historiamantes la curiosidad por la vida y obra de Fermín Valdés Domínguez, pues el mejor amigo de nuestro Héroe Nacional, al igual que este, constituye una de las más influyentes figuras cubanas del siglo XIX.

El mejor amigo de José Martí

El inolvidable estreno de la cinta Inocencia fue uno de los mayores aciertos del cine antillano para despertar en los historiamantes la curiosidad por la vida y obra de Fermín Valdés Domínguez, pues el mejor amigo de nuestro Héroe Nacional, al igual que este, constituye una de las más influyentes figuras cubanas del siglo XIX.

Nacido el 10 de julio de 1853, aunque Fermín estuvo entre los miles de infantes abandonados en la Real Casa de Beneficencia de La Habana, fue un niño extrovertido, mimado y con unas condescendientes disciplina e inteligencia que lo convirtieron en un distinguido escritor y orador, apasionado hasta la imprudencia.

Desde sus estudios primarios conoció a José Julián Martí Pérez y desarrollaron una creciente amistad que, además de trascender el ambiente académico y estar influenciada por las ansias de conocimiento e independencia de su maestro Rafael María de Mendive, los convirtió en cercanos compañeros de lucha.

El levantamiento en armas de Céspedes ocurrido el 10 de octubre de 1868 y la entrada en vigor de la Ley de libertad de imprenta en Cuba el 9 de enero de 1869 fueron positivamente acogidos y, entre la avalancha de propaganda impresa que floreció, nació El Diablo Cojuelo, periódico donde tanto Fermín como Martí evidenciaron su compromiso con la independencia de la Isla.

Por esas épocas la rebeldía juvenil y el compromiso político de Martí estaban en correspondencia con los de Fermín, cuya casa servía de escenario para múltiples conspiraciones entre ellos y otros discípulos de Mendive y demás simpatizantes independentistas. No solo consolidaron ahí su formación intelectual y humana, sino también la vocación humanista, revolucionaria y patria que desde antes construían.

Un año después de matricular la carrera de Medicina en la Real y Literaria Universidad de La Habana, tanto él como un grupo de estudiantes de Medicina fueron acusados de profanar la tumba del periodista español Gonzalo de Castañón y el injusto proceso judicial resultó en el fusilamiento de ocho de esos jóvenes el 27 de noviembre de 1871, un hecho que lo marcaría para siempre.

Reacio a dejar el criminal acto sumido en la impunidad, no paró jamas en su afán de reivindicar las calumnias a sus fallecidos compañeros. No solo se puso en contacto con Fernando de Castañón, sino que con su aprobación y la evidencia del impoluto estado del nicho de su padre Gonzalo, probó públicamente la inocencia de sus amigos y una tumba monumental se erigio en honor a estos.

Fermín perteneció a disímiles instituciones como la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, el Partido Liberal Autonomista, el Centro de Instrucción y Recreo, la primera logia masónica de Santiago de las Vegas, la Sociedad Económica de Amigos del País, la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana, el Consejo de Redacción de la Revista Crónica Médico-Quirúrgica de La Habana, entre otras, a la vez que ejerce como periodista y colaborador de medios como El Cubano (fundado por él), El País, con su sección Folletín, El Triunfo, entre otras publicaciones.

Fue además jefe de sanidad del cuarto cuerpo de Las Villas, representante a la Asamblea Constituyente de Jimaguayú, en septiembre de 1895, subsecretario de Relaciones Exteriores, jefe de Sanidad del primer cuerpo de Oriente y ocupante de la secretaría de Relaciones Exteriores, así como Coronel e integrante de la Junta Patriótica de La Habana fundada el 10 de octubre de 1907 en oposición a la corriente anexionista que durante la segunda intervención militar norteamericana pretendió convertir a Cuba en un protectorado de Estados Unidos.

El 13 de junio de 1910, previa y gravemente enfermo, Fermín Valdés Domínguez falleció a la edad de 56 años, dejando tras de sí una prolífica trayectoria política y profesional y un decoroso accionar contra la crueldad del régimen colonial, hasta el punto de no doblegarse ni por un segundo para probar la inocencia de sus víctimas.

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