La risa como escudo: el Día de los Inocentes en Cuba
En Cuba, el 28 de diciembre no es un día cualquiera. Aunque su origen se remonta a una de las historias más trágicas del cristianismo —la matanza de los niños inocentes por orden del rey Herodes—, en la Isla esta fecha ha sido transformada en una celebración de la picardía, la risa y la creatividad popular.
Desde temprano en la mañana, los cubanos se preparan para un juego tácito de engaños amistosos. Es el único día del año en que mentir no solo está permitido, sino que se celebra con carcajadas.
Las bromas van desde lo simple —como decirle a alguien que lo buscan en la esquina o que se le cayó algo— hasta elaboradas puestas en escena que involucran llamadas falsas, noticias inventadas o situaciones tan absurdas que solo pueden ser creídas por un instante. Y cuando la víctima cae, la frase es infalible: “¡Inocente, palomita!”
En los barrios, los niños se suman con entusiasmo, cambiando el azúcar por sal, escondiendo objetos o inventando cuentos que harían sonrojar a un guionista.
En las redes sociales, los cubanos se vuelven expertos en titulares falsos que juegan con los deseos y frustraciones cotidianas: “Liberan la venta de pollo sin colas”, “Se restablece el internet gratis por 24 horas”, “Reapertura del Malecón con fuegos artificiales”. Todo vale, mientras termine en una buena risa.
Pero más allá del chiste, el Día de los Inocentes en Cuba es también un reflejo del carácter nacional: esa capacidad de reírse de todo, incluso de lo serio, incluso de uno mismo.
Es una jornada donde la alegría se convierte en resistencia, y donde la broma es un acto de ternura. Porque en un país donde la realidad a veces pesa, la risa sigue siendo un escudo poderoso. Y hoy, cuando alguien te diga algo demasiado bueno para ser cierto, recuerda: es 28 de diciembre. Y en Cuba, nadie está a salvo de una buena inocentada.
