Matanzas necesita hoy: agua, corriente y respuestas

La ciudad de Matanzas atraviesa uno de los momentos más complejos de los últimos tiempos. A la ya tensa situación del Sistema Electroenergético Nacional, se suma ahora los problemas con el abasto de agua afectando tanto a zonas urbanas como rurales sin distinción.
Aunque este tema en la urbe era difícil, hoy se ha vuelto crítico. Las constantes roturas en los motores de los sistemas de bombeo, como los manantiales de Bello, el Conde y Canímar, han mermado, considerablemente, la capacidad de distribución del preciado líquido en varios sectores de la capital provincial.
Además, el elevado consumo de agua de la central termoeléctrica Antonio Guiteras genera presión sobre las redes hidráulicas, especialmente en zonas del Consejo Popular Matanzas Este y Oeste.
En paralelo, los apagones, que en no pocos casos se extienden por más de 20 horas consecutivas, no solo afectan a la población, sino que impiden el funcionamiento de los sistemas de bombeo, que requieren al menos 12 horas continuas de electricidad para operar con eficiencia.
Igualmente, las pipas no satisfacen la demanda y en el mercado negro ya se cotizan sobre los seis mil pesos moneda nacional.
Ante este escenario, las autoridades provinciales han adoptado medidas de emergencia: se priorizan los circuitos eléctricos asociados al rebombeo de agua, se acelera la reparación de motores y se movilizan recursos técnicos. Sin embargo, para muchos ciudadanos, las soluciones llegan con demora o no alcanzan aún el impacto esperado.
No basta con reconocer la magnitud del problema. Es momento de aplicar con urgencia soluciones concretas, viables y sostenibles.
Entre ellas la reparación de las averías y salideros priorizando los recursos y personal técnico disponible a nivel nacional si es necesario. También es vital la estabilización de los ciclos de distribución eléctrica, y evitar apagones prolongados de más de 12 horas.
Se debe acelerar el cambio de matriz energética incorporando grupos electrógenos móviles o paneles solares en puntos claves como estaciones de bombeo.
A esto se debe sumar una campaña de comunicación efectiva con la población clara, honesta y directa, que informe avances, obstáculos reales y próximos pasos.
Además de una movilización comunitaria para el ahorro y uso racional del agua, sin que eso signifique trasladar toda la responsabilidad al pueblo.