¿Quiénes son los culpables?
En la actualidad la opinión pública internacional se ha centrado en la cuestión palestino-israelí, en detrimento de otros asuntos como el conflicto en Ucrania, la inminente crisis económica, las crecientes tensiones de Occidente con China o el debate ético en torno al rápido desarrollo de la inteligencia artificial.
Muchos toman posición en defensa de una de las partes implicadas, satanizando como avatares del mal a la parte contraria, sin tener en cuenta a los verdaderos culpables; tal es el caso de las acusaciones contra Israel de mantener un apartheid en contra del pueblo palestino.
No se me malinterprete. Con esto no quiero solventar la responsabilidad del gobierno israelí en los crímenes de lesa humanidad en contra de la población civil en Gaza o el papel que juega el sionismo como ideología de Estado en la configuración de la situación actual.
Hay que señalar los verdaderos responsables históricos que tras bambalinas juegan un papel en la agudización de las contradicciones entre estos pueblos. Desde la Primera Guerra Mundial ya el gobierno británico tenía intereses en el Oriente Medio para controlar el Canal de Suez, importante canal fluvial para el tráfico marítimo interoceánico y el control de sus inmensas colonias de ultramar.
Para ello prometieron apoyar la fundación de sus estados a los judíos y árabes por igual, en el mismo espacio geográfico de Palestina, mediante las figuras de los funcionarios Arthur Balfour y Henry McMahon. Sin embargo, a sus espaldas firmaron un tratado con los franceses para repartirse el territorio concluida la contienda bélica.
No fue hasta finales de la Segunda Guerra Mundial que por intervención de la ONU se decidió dividir el territorio para que coexistieran ambos grupos étnicos, en específico, en 1947 se fundan oficialmente los dos gobiernos en la región designada, marcando el inicio de una guerra abierta entre ambas partes.
Así, a lo largo de los años se suceden los conflictos de la guerra del 48, la de los Seis Días o la de Yom Kipur, para mencionar algunas de las más importantes, donde la comunidad palestina se vio desplazada a los lugares donde debieron emigrar y tratada como ciudadanos de segunda.
Ello condicionó la creación de dos organizaciones políticas con corte moderado y extremista para luchar por los reclamos del pueblo palestino, como la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y Hamás. Este último el de más reciente creación a partir de las intifadas de 1987 y 2000, donde fueron protagonistas hasta las elecciones del 2006 que se quedaron de facto con el total control de la Franja de Gaza.
La configuración actual se vislumbra compleja, con la violación de los acuerdos de Oslo de 1993 por parte del gobierno de Israel para entregar el territorio de Cisjordania y el continuo asentamiento de colonos en los sitios ocupados. No obstante, Israel confiere ayudas humanitarias y fondos para el desarrollo de la región, incluso hasta en Gaza antes de las hostilidades actuales.
El ministro Netanyahu aprovecha para usarlo como cortina de humo, mientras él continúa con su cuestionada reforma de los estatutos constitucionales. En tanto, la comunidad internacional pretende limpiar su responsabilidad histórica con una actitud indignada y reconciliadora.
