Ley Torricelli, otra estrategia para estrangular la economía cubana
El Socialismo, aunque calificado de ineficaz e inoperante por los acérrimos defensores del capitalismo, sobre todo los representantes de la ultraderecha norteamericana, constituye una piedra difícil de moldear en sus zapatos.
Con estas razones y tras la caída del campo socialista de Europa, Cuba, la pequeña isla caribeña se transformó en el centro de sus ataques y la Ley Torricelli o Ley para la Democracia en Cuba, promulgada por el ex presidente George Bush el 23 de octubre de 1992, fue el instrumento ideal para los fines de la mafia anticubana de Miami.
El proyecto presentado ante el congreso norteamericano por el representante demócrata Robert Torricelli, uno de los principales receptores de dinero de la organización contrarrevolucionaria Fundación Nacional Cubano Americana, no es más que el recrudecimiento del bloqueo impuesto a Cuba en 1962.
La Ley Torricelli contiene disposiciones radicales para aislar totalmente a la nación isleña de las relaciones comerciales internacionales y con ello generar el colapso de la economía y la Revolución Cubana. Así llegaría a su fin el Socialismo en el continente americano.
El apoyo a la subversión interna, encargada de promover la soñada «democracia», es otro de las cláusulas reflejadas en esa extraterritorial ley, desconocedora de los fundamentos de las Naciones Unidas.
Ejemplo de ello es prohibirle a las empresas subsidiarias en terceros países el derecho de comerciar con las cubanas, además de indicar que los barcos que entraran a puertos de la isla, no podían atracar en los estadounidenses, en un tiempo de 180 días.
La presión sobre las navieras extranjeras que pueden arribar a Cuba, limita la importación de petróleo, algo que pone en números rojos la disponbilidad de combustible para el transporte, la electricidad y otros servicios vitales.
Reduce a la máxima expresión las posibilidades de entrada de alimientos, medicamentos, materiales escolares y otros medios básicos para las personas. Impide la adquisión de equipos, piezas de repuesto y accesorios imprescindibles en todo tipo de industria.
Todo porque leyes como la Torricelli, la Hemls-Burton y las 243 medidas impuestas por la administración Trump, conforman un paquete que relacionado con el bloqueo que sufre Cuba hace más de seis décadas, siguen la misma política: cambiar el sistema socioeconómico y político en la isla.
Con solo mencionar que más del 80 por ciento de la población cubana actual únicamente ha conocido su país con bloqueo, se demuestra cuan pertinaz y prolongado ha sido ese empeño imperial que daña todas las esferas de nuestra sociedad.