Moisés Rodríguez, el loco más cuerdo del humor cubano

Cuando recientemente Moisés Rodríguez Cabrera recibió el Premio Nacional del Humor 2024, Matanzas y toda Cuba celebró junto a él la placentera noticia.
Con este reconocimiento merecido, el actor, filólogo, profesor, pintor, crítico y curador inscribe su nombre, junto al de otros matanceros como Aurora Basnuevo, Juan Padrón y Manuel Hernández, entre los más selectos del humorismo cubano.
Se dice que solo las personas inteligentes se ríen de sí. ¿Cómo has logrado ser tú mismo un objeto de risa para quien te ve?
-Hay una cuestión de temperamento que tengo en la gestualidad y su proyección que tiene factores de herencia. Mi mamá era muy conversadora, risueña y era amante del pensamiento inteligente y mi papá también; mis bisabuelos desde Alfredo Ulpiano Cabrera hasta mi tío Papín que me fascinaba porque era muy simpático, atrevido, desafiante. Yo heredé ese temperamento.
=Los mismos humoristas y los directores de programa me decían que de verme hablar nada más ya era simpático, era agradable y eso lo he sabido utilizar, me doy cuenta que funciona, pero lo hago inconscientemente.
=Por cierto, como estrategia de relaciones personales el humor es infalible. A todo el mundo le gusta pasar un rato agradable y decir una expresión ingeniosa salva muchas situaciones. Además que tú vayas por la calle y que la gente te mire con una sonrisa en la cara eso vale lo que nadie se puede imaginar, es el premio más grande.
Entonces, ¿no existen diferencias entre Roberto, el Loco y Moisés Rodríguez?
-No, no, no. Cada circunstancia te dicta una conducta, una manera de proceder, incluso en la utilización del lenguaje. Hay momentos en que soy bastante mundano, bastante callejero pero sé ser el culto. El contexto es el que determina. Lo asimilo muy rápido.
La Seña del Humor de Matanzas marcó el inicio del nuevo humor en Cuba y produjo una eclosión dentro del movimiento en la Isla. Desde tu posición como fundador, ¿en qué consistió su éxito rotundo?
-Por una coincidencia generacional nos reunimos a partir de una idea de Pelayo, que desde el preuniversitario me había descubierto la faceta esta. Yo era un estudiante y para no irme a trabajar al campo hacía espectáculos unipersonales por la noche en el albergue. La forma de relacionarnos era a través del humor, del ingenio.
-La gente recuerda con mucho cariño San Nicolás del Peladero, Detrás de la fachada, pero llegó el momento en que se agotaron los mecanismos de apelación teatral, aburrían muchísimo y en provincia era lo único que se conocía de humor.
-Entonces nos propusimos hacer nuestras propias propuestas y en un festival de cine que atendía Aramís Quintero coincidimos en La Habana en el mismo hotel y encontramos afinidades como buenos humoristas.
-Empezamos con un grupito que se llamaba Nos y Otros. Entonces aparece la posibilidad de una página en el suplemento literario Yumurí. Cumplimos un año y nos invitan a hacer una exposición en la galería provincial que rompió récord del público y nos dedican un homenaje de Cultura en los altos de la biblioteca al que invitan a Virulo.
-Virulo, que ya era el director del Conjunto Nacional de Espectáculos, nos pide que leamos las cosas y nos invita a hacer los chistes en escena. Y lo hicimos. Llevamos a cabo un proceso de casting, aquí había un Conjunto Dramático: estaba Magaly Bernal, Pancho, Mercedes Fernández, Miriam Muñoz y Adrián Morales y empezamos a hacer humor, empezamos a soltar nuestra imaginación. Durante su primera etapa se llamó Tubería de media porque nos salía el humor por tubería.
¿Qué tan difícil es hacer reír a las personas desde el respeto, la ética y la inteligencia?
=Siendo respetuoso, siendo inteligente y siendo ético. Me parece que esa fue la regla que siguió La seña del humor siempre.
=Involucrábamos al público, lo convertíamos en un personaje más, interactuábamos con ellos porque nos sentíamos muy cercanos al público. Nosotros veníamos del público, éramos públicos de nosotros mismos cuando alguien hacía un buen chiste.
=La fórmula humorística por excelencia es desmontar la realidad y rehacerla sobre la base del ingenio, de la ruptura. Toda esa experiencia de conocimiento de tantos libros, de tantos humoristas te da herramientas y tu manera de asociar las cosas que te rodean se convierte en un reflejo condicionado, en una manera de ver la vida; además soy cristiano y tengo una visión gozosa de la existencia y por eso me voy por la alegría.
¿Qué es lo que hizo La seña del humor para la historia del teatro cubano?
=Renovar el lenguaje escénico humorístico. Ya se estaba haciendo algo en literatura y pero escénicamente no. Teníamos dos tipos geniales que eran Pelayo y Aramís y, bueno, yo también participaba en ese núcleo fundador que fuimos nosotros tres.
¿Cómo valoras el movimiento humorístico cubano en la actualidad?
=Hay muchos humoristas, muchos se han ido pero quedan muchos y tenemos mucho por hacer con un renovado Centro Promotor del Humor. El humor en cualquier época, en cualquier país no siempre ha sido bien visto por la oficialidad porque su cualidad de reflejar la vida cotidiana trae incomodidades, pero sí se identifica con el público. Es un fenómeno que tiene que ver con la idiosincrasia del cubano.
Cuando hablas del humor siempre lo haces con una pasión contagiosa. ¿Ha sido feliz como humorista?
=Sí, muchísimo. El humor ha traído muchas cosas buenas a mi vida y me ha abierto muchas puertas. He tenido una vida muy itinerante, separado de la familia. Por ser sistemático en tantas giras y horas de grabaciones, programas habituales semanales, trabajo de mesa, ensayos en La Habana, a veces he desatendido a los más cercanos. Eso familiarmente me ha traído algún problema.
=En el plano de realización personal estoy más que satisfecho. Me siento reconocido por el que está vendiendo en una carretilla allá abajo, por la que limpia en la calle de Medio que es muy buena amiga y con todas las personas que al cruzarme con ellos me regalan su sonrisa.
=Eso es inapreciable; el hecho de haber logrado esa comunicación y que me asocien con la risa es un regalo de la vida y me funciona terapéuticamente de rebote la risa de las demás personas.
¿Cómo está presente Matanzas en tu obra y en tu vida? ¿Qué significa esta ciudad para Moisés?
=He tenido muchísimas oportunidades de mudarme para La Habana con muchas e interesantes ofertas hasta en otros países que he visitado, pero Matanzas se ha convertido en un vicio. Yo tengo que ver esta bahía; tengo que pasar por la calle de Medio. Solo te puedo decir que yo no sé vivir en otra parte. Podrán teorizar sobre eso, pero es un misterio.