Centenario: Servando, el triunfo de la belleza (+obras)
Como en tantos grandes artistas, el viaje de Servando Cabrera Moreno (1963-1981) hasta la consolidación definitiva de un estilo es un itinerario pletórico de grandes realizaciones.
El transitó del cubismo a la abstracción, de la abstracción al expresionismo… hasta que al final se instaló en una zona lírica y sensual, de sugerentes transparencias… estilización consciente y decidida de lo que ya la naturaleza presentaba con la fuerza avasalladora de una belleza raigal.
Eso: Servando terminó estableciendo un diálogo rico y al mismo tiempo reposado con la naturaleza, en esa búsqueda tan suya de un ideal de belleza que se concreta en cualquier lugar: mujeres y hombres, tipos populares, que miran desde la serenidad y la armonía.
No es que los rostros de habaneras y guajiros que recreó Servando expresaran una conciencia vanidosa de la hermosura. Son rostros que asumen esa belleza sin alardes, sin conflictos, sin regodeos… la apacibilidad que se sostiene en la contundencia formal.
Otra cosa son sus recreaciones del amor o la pasión. O la exaltación menos sosegada del erotismo. Lidia de cuerpos que tiende a veces a la abstracción y que termina por establecerse muchas veces en paisaje. La voluptuosidad de algunas de esas piezas puede llegar a turbar a ciertos espectadores. Pero ni siquiera en las más evidentes, en los desnudos menos camuflajeados por el juego de luces y formas, el pintor abandona su vocación poética.
Hubo (hay) también un Servando más proclive a la gesta, de conjuntos con implicaciones heroicas, de marcados compromisos con luchas y aspiraciones populares.
Pero en casi todas las etapas, independientemente del planteamiento conceptual y la selección temática, de la intensidad del motivo, de las variaciones tonales o la evidencia de una figuración… en Servando se hace notable la lucha por la belleza, que se asume como triunfo (por momentos arduo, siempre estimulante).
Cien años se cumplen del nacimiento de un gran pintor, que fue también un gran maestro. Prolífico como pocos, logró conciliar popularidad con vuelo. Fue víctima de incomprensiones y estrecheces de miras, pero siempre se sostuvo en sus extraordinarias credenciales.
Servando Cabrera es uno de los imprescindibles.
Servando esencial
Graduado de pintura en la Escuela San Alejandro en 1942, realiza su primera muestra personal en el Lyceum de La Habana en septiembre de 1943. En 1946 viaja por Estados Unidos y toma un curso en el Art Students League de Nueva York. En 1949 viaja a Europa, recorre museos y asiste a la Grande Chaumiére de París. Se produce entonces su primera ruptura, con óleos de 1950 y 1951, en los que una estilización geometrizante de filiación cubista lo aproxima a la abstracción. Después, la influencia de Miró y Klee, principalmente, domina su breve pero intensa experiencia abstracta (1951-1954), cuyos resultados expone en muestras personales en España y Francia. El rechazo de los mecanismos del mercado de arte, que conoció en su exitosa exposición parisina en la galería La Roue en enero de 1954, provoca un vuelco súbito en su pintura. En España realiza una serie de dibujos realistas al carbón con personajes de pueblo, que continúa ese mismo año en Cuba y culmina en el óleo Los carboneros del Mégano. De nuevo viaja por Europa y visita por primera vez México y América Central. El arte popular influye en la configuración de su nuevo estilo, en el que se integran elementos de la ornamentación arquitectónica colonial y hallazgos de la pintura moderna: Matisse, Léger y el Picasso cubista. Al triunfo de la Revolución, Servando incorpora a su pintura los temas emanados de la historia reciente de Cuba, pero su estilo se adecua plenamente a la nueva realidad en 1961. Afinales de ese año expone en el Palacio de Bellas Artes de La Habana obras del primer momento de su gran ciclo de pintura épica, que culmina con la serie Héroes, jinetes y parejas mostrada en la Galería de La Habana en 1964. En 1965 viaja de nuevo a Europa e inicia un período expresionista que hacia 1970 cede el paso a un gran ciclo de pintura erótica. Recibe numerosas distinciones, entre las que sobresale la Primera Mención en el VIII Premio Internacional de Dibujo Joan Miró, Barcelona, España, en 1969.
Tomado de su ficha en el Museo Nacional de Bellas Artes
Yuris Nórido/ Cubasí