Milanés, ese poeta romántico

Título:
“Pasará el tiempo y yo me quedaré leyendo, esperando mi hora”
José Jacinto Milanés
El martes 16 de agosto de 1814, en la casa situada en Gelabert no. 20, le nació a Matanzas su primer poeta romántico: José Jacinto Milanés. Y es que el primogénito de Álvaro Milanés y Rita de Fuentes, descubriría muy pronto su pasión por la literatura hasta convertirse en el autor representativo del romanticismo en su primera etapa en Cuba.
La amistad con Domingo Del Monte significó para él “un poderoso estímulo literario”, y ya a finales de la década del treinta el joven de 22 años haría famoso su poema La Madrugada en el Aguinaldo Habanero (1837).
Otras colaboraciones en casi todas las revistas de la capital como El Plantel, El Álbum, La Cartera Cubana, El Prisma, Flores del Siglo, El Artista, Revista de La Habana y Revista Universal, marcaron su periodo de mayor actividad, época en la que también halló espacio en La Aurora y El Yumurí, ambas publicaciones de su ciudad natal.
Melancólico y de un temperamento esencialmente romántico, Milanés se inclinó por el lirismo intimista y llegó a reflejar tal profundidad en sus versos que según los estudiosos nadie antes que él había traído al movimiento romántico del habla española acentos de tan íntima emoción como los de las estrofas finales de La Madrugada.
Sus cuadros de costumbres en versos, bajo el título de El Mirón cubano, las leyendas poéticas, las epístolas o sus valiosas obras de teatro, inmortalizaron a un hombre apasionado y triste, que conoció el amor aunque no pudo abrazarlo y que a través de sutiles simbolismos cantó también a su tierra “en noche procelosa”, mientras “apoyado al timón” esperaba el día…en que vería libre a su Patria.
Aunque fueron escasos los periodos de lucidez después de que en 1843 su razón se eclipsara, MiIanés ya había logrado situar su obra entre las más apreciables de la literatura cubana. Doscientos nueve años después de su natalicio el espíritu del poeta, taciturno y embelesado, habita en el parque, en las calles, en el corazón de una ciudad que no espera un nuevo aniversario para recordarlo.