¡Que vivan las Estaciones! 31 años del teatro que florece en cada estación

La elección de su nombre se debió a aquellos primeros espectáculos que dieron a conocer en 1994 y que marcarían el inicio de su vida. Fue un acto casi al azar, pero tal vez nadie imaginó la repercusión y la exacta correspondencia que ha existido siempre entre la agrupación, su denominación y cómo la han hecho valer durante 31 años ya.
El paso del tiempo deja su huella en la naturaleza, y uno de los ciclos más representativos es el de las estaciones del año. Cada una de ellas transforma el entorno de forma única, mostrando el cambio a través de colores, temperaturas y paisajes.
Si estableciéramos un paralelo, también durante estas tres décadas (y contando, como reza el slogan de este aniversario) Teatro de Las Estaciones ha marcado a varias generaciones de matanceros, sin olvidar sus presentaciones en varias provincias del país y su éxito tremendo en giras fuera de las fronteras nacionales.
Si continuáramos con las analogías, la tropa del Sol y la Luna, constante e imprescindible como los astros que rigen la vida en el planeta, transforma su entorno más cercano.
Lo hacen desde propuestas que acuden a los colores, que invocan la belleza; las melodías, que dejan rastros profundos en nuestra memoria afectiva; las imágenes, que se corresponden con realidades propias o lejanas como reafirmación de su conexión con el mundo de hoy; la danza y el movimiento, como prueba de trasformación y vida.
Gracias a estos y otros recursos que despliegan con inigualable maestría sobre el retablo, transmiten una suerte de sensaciones, emociones, mensajes y reflexiones, para avivar al niños que los adultos llevamos dentro cuando vamos al teatro con nuestros pequeños y para sembrar en ellos una semilla de bondad y búsqueda constante del crecimiento personal.
Tal como las estaciones, durante su trayectoria hasta hoy, han vivido diferentes momentos en su desarrollo, con etapas de reflexión y cosecha, como el otoño; introspección y esperanza, como el invierno; renacimiento y crecimiento, como la primavera y vitalidad y plenitud, como el verano. Estos estados parecieran serles inherentes siempre.
Teatro de las Estaciones celebra hoy sus 31 años de vida. El estreno del concierto-performance que, a partir de las tres de la tarde, se dedicará al cumpleaños de la agrupación referente del teatro de títeres en Cuba, contará con las actuaciones de Sonia María Cobos, Yadiel Durán, Raúl Alvarez, Laura Marín, Iván García, Ale García, Iris Mantilla y Yasey Muñoz, en representación de los actores y bailarines que han formado y forman parte del grupo matancero.
Se sucederán sobre el escenario cuatro interpretaciones de Olga Blanco, que se corresponden con temas creados por Raúl Valdés; cuatro canciones de Teresita Fernández orquestadas por Elvira Santiago y cuatro canciones con Lucelsy Fernández y el cuarteto Vida.
Habrá momentos para reverenciar a la pianista, arreglista y compositora Hilda Elvira Santiago Novo y el compositor, arreglista y bajista Raúl Valdés, músicos locales cuyo talento, además de otros proyectos, ha estado en función siempre de Teatro de Las Estaciones y se compartirán los videoclips Las Estaciones, de Ivette Ávila y Ramiro Zardoya y Meñique, de Rubén Darío Salazar, interpretado por Rochi Ameneiro.
Teatro de las Estaciones celebra hoy sus 31 años de vida, más de tres décadas en los que no han sido pocos los momentos de crecimiento, desvelo, sacrificio, esperanza, certezas más que dudas, grandes soluciones a grandes problemas, resiliencia.
Lo han hecho siempre, desde nacer en el momento más crudo del Período Especial, hasta los terribles años de pandemia cuando los medios audiovisuales y las redes sociales funcionaron como vías propicias para continuar creando ante la imposibilidad de trabajar en las salas.
Su más reciente creación, Un ramillete de verano, espectáculo que se integra a un repertorio que ronda las 40 puestas en escena, es un proyecto que, precisamente, nació como alternativa a los momentos en que en la sala Pepe Camejo falta el fluido eléctrico.
El grupo y su director no podían darse el lujo de perder el público ganado, gracias a la riqueza de sus espectáculos, estabilidad, tesón y constancia y dio vida a esta representación que mezcla fragmentos de varios espectáculos que están en el repertorio, títeres, canciones, juegos y cuentos e incluye de manera especial a los niños durante las funciones.
Sí, porque Teatro de Las Estaciones no se conforma con lo fácil, no se deja amedrentar por los vaivenes de la economía, por los estragos de la crisis. Su principal cometido, el motivo esencial de su labor es otorgar al público infantil, a la familia toda, unas horas de felicidad, reflexión, diálogo sincero y belleza.
La suerte de tenerlos, no siempre valorada en su justa medida más allá del público fiel que los acompaña siempre y quienes han tenido la suerte de ser parte de sus diferentes momentos, solo es comparable con la necesidad de su existencia, desde una ciudad, en una provincia donde una agrupación titiritera apuesta siempre por la permanencia desde su responsabilidad social y humana, y renace cada año, en cada espectáculo, en cada función.
Teatro de Las Estaciones llega a su 31 aniversario, como las estaciones que le dan nombre, constante, invariable e imprescindible para Matanzas y para la cultura cubana.
- Fotos tomadas del perfil de Facebook de Rubén Darío Salazar, director de Teatro de las Estaciones