Un instante para recordar a Carilda Oliver Labra

Vivió ella en Matanzas, ciudad bohemia marcada por los ríos y el mar. Cuentan quienes la conocieron que habitó una casona antigua rodeada de la ternura de sus gatos y de relojes viejos, como si quisiese quedarse detenida en su imaginación. A cinco años de su fallecimiento es necesario dedicar un instante a pensar en Carilda Oliver Labra.
Carilda fue una de las poetisas más reconocidas y premiadas de Latinoamérica. Con su particular forma de escribir irrumpió en la poesía amorosa, aportando una agresiva, pero sutil sensualidad a las estrofas.
Uno de sus textos es: Libreta de la recién casada, donde según expresa Agustín Acosta, “lo espiritual y cotidiano es motivo casi constante de su poesía”. Este poemario se refiere a la luna de miel de la autora y aunque aun estos versos no son “eróticos de alto vuelo”, en ellos es fácil descubrir la metamorfosis de niña a mujer.
En las líneas nacidas de la mano de la novia de Matanzas, como fue apodada, no solo se percibe la pasión, también son evidentes los valores familiares y la añoranza hacia su padre.
…Ahora soy de verdad la niña triste
que no puede apoyarse en tu hombro
porque, padre, en enero te moriste…
Carilda Oliver Labra dedicó tiempo a escribir acerca de la patria, los niños, su amada Matanzas y, sobre todo, del amor. Ella fue una mujer de contrastes: sencilla y tierna, modesta y fuerte. Su espíritu abraza los ángeles que ella creó. Su lira, dueña de varios tonos, crece día a día avivada por esa sombra luminosa que ampara a los poetas: la esperanza.