Villena organizó y dirigió la primera huelga política de la historia de Cuba que estremeció los cimientos del régimen tiránico, paralizando el país por más de 24 horas el 20 de marzo de 1930.
Posteriormente Viaja a la URSS como forma de escapar del terror que sobre él se desata y con el objetivo de tratar de curarse de la tuberculosis.
En Moscú trabaja en la Sección Latinoamericana de la KOMINTERN y sostiene un constante intercambio con los teóricos del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y del Marxismo, desarrollando, en su fuero interno, un proceso de negación dialéctica de las concepciones marxistas y de la teoría de lucha del proletariado para adaptarlas a las condiciones de la Cuba de la década de 1930.
Organizó y dirigió la huelga general revolucionaria que derrocó a Machado el 12 de agosto de 1933. Participó contra todos los consejos de su médico Gustavo Aldereguía en el recibimiento de las cenizas de Mella tras la caída del tirano y ese mismo año con la salud muy deteriorada, que lo obligaba a guardar cama, dirige las reuniones del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y participa activamente en todo el contenido y los proyectos para el IV Congreso Nacional Obrero de Unidad Sindical.
En diciembre, asiste a su última reunión antes de ser recluido en el Sanatorio La Esperanza, con los pulmones destrozados por la tuberculosis.
Su pensamiento fue totalmente antiimperialista. También en sus textos ofreció una interpretación marxista del proceso cubano, propagó las ideas del Socialismo Científico y denunció la política expansionista de Estados Unidos.