Agenda o libreta telefónica
La mayoría de las personas de mi generación y un poco más para acá teníamos una libreta telefónica. En la actualidad muy pocas personas utilizan este medio para guardar un número de teléfono.
Recuerdo de amigos y allegados que eran meticulosos en guardar direcciones y números de teléfonos, yo diría que los había que podían competir con una computadora en rapidez y certeza. Yo también tuve varias libretas a lo largo de mi vida. Sólo conservé una que la inicié hace 20 años.
Hoy necesité del número de una persona y sabía que no lo tenía computarizado, por tanto me dirigí a la libreta y allí lo encontré. Hay un dicho que dice que la curiosidad mató al gato, esa misma curiosidad me llevó a ojear y revisar los apuntes que había escrito en ella.
Al pasar la vista por cada hoja me llevé una tremenda sorpresa, tres cuartas partes de los que aparecen en ella o están muertos o fuera del país, otros, donde están los números de centros de trabajo, ya no se encuentran en esas funciones.
Es indudable, el mundo es dialéctico, todo está en constante movimiento. En esa libreta tenía nombres de personalidades artísticas de la época que atendía, como periodista, la Cultura, pudiera mencionar una treintena de ellos.
Me detuve en un apunte que copié de alguna parte, quizá lo publique; también están plasmados los diez mandamientos de la calidad, esos mandamientos los voy a dosificar y los comparto con ustedes. Ojear sus páginas me remontó a 20 años atrás. Dijo Gardel que 20 años no es nada, ¡pero cómo han pasado acontecimientos en estos cuatro lustros!