Buenas prácticas educativas evitan trastornos de conducta
¿Qué es el TDAH? ¿Por qué es un tema que se vincula con lo jurídico y del que también se ocupa el Estado cubano?
El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), es un padecimiento caracterizado por la dificultad para prestar atención, la hiperactividad y la impulsividad. Se trata de una enfermedad muy difícil, tanto para el niño como para la familia, porque, como se conoce, son pequeños a los que se les regaña constantemente y se les culpa por su comportamiento, lo que los va convirtiendo en mucho más rebeldes. Pocos se ponen en el lugar del niño o comprenden que, aunque su cerebro funcione de manera diferente, son seres humanos capaces de lograr cosas increíbles, cuando se les entrega paciencia y amor. Claro, al mismo tiempo, es difícil para un padre saber, mucho menos para los abuelos que adoran a sus nietos, cómo reaccionar ante un niño que en ocasiones tiene estas manifestaciones de conducta.
¿Quiénes son los educandos con manifestaciones inadecuadas del comportamiento o trastorno de conducta?
Se define el trastorno de la conducta como “desviaciones que se presentan en el desarrollo de la personalidad de los menores, cuyas manifestaciones conductuales son variables y estables, esencialmente en las relaciones familiares, escolares y en la comunidad. Estas desviaciones tienen como base fundamental las influencias externas desfavorables”, tal como afirma un colectivo de autores del Ministerio de Educación cubano en 1982.
De tal manera se considera que “se trata de una desviación en el desarrollo de la personalidad que se caracteriza por la afectación de la esfera afectivo-volitiva, que se manifiesta en variadas formas anormales y relativamente estables de la conducta, producidas por deficiencias en las relaciones de la comunicación al no tener en cuenta las características peculiares del sujeto.»
También existen un grupo de educandos con manifestaciones diferentes o inadecuadas en el comportamiento que no se han constituido en un trastorno, que no son estables, se trata de aquellos que presentan problemáticas como: impulsividad, hiperactividad y déficit atencional, las que caracterizan su actuación, haciéndola parecer inadecuada, a la vez que se convierte en un obstáculo para su aprendizaje y desarrollo.
Generalmente, ante buenas prácticas educativas, ante una atención real y efectiva de maestros y auxiliares, puede prevenirse su agravamiento para que no se convierta en un trastorno de la conducta.