De qué hablan los cubanos

Se dice que la boca habla de la abundancia del corazón y el corazón de los cubanos está repleto de dificultades. Estos problemas para ciudadanos de otros países pueden parecer triviales, como a nosotros nos son ajenos los que les preocupan a ellos, porque los tenemos resueltos.

Me encontraba en una institución estatal para cumplir una gestión personal; allí había un grupo de personas por el mismo objetivo, aunque de diferentes trámites. El grupo era heterogéneo, tanto en nivel cultural como en proyección de vida, como es normal en estos casos.

Donde se concentran varias personas siempre sale a luz una conversación que involucra a los presentes. Del tema inicial derivó un segundo, un tercero y así se formó el coloquio.

Por oficio o curiosidad, el parlamento me comenzó a interesar. Sin delatarme ante los presentes comencé a grabar las conversaciones. Al llegar a la casa transcribo y este es el resultado de esa pérdida «productiva», de tiempo.

Los primeros temas abordados estuvieron relacionados con el mal trabajo de la institución donde estábamos, la morosidad en la solución de los problemas, así como otras dificultades internas.

Este primer tema desencadenó hacia caminos trillados como son el engaño, las indisciplinas sociales, la corrupción, los altos precios y otros temas similares. Hablaron de los precios fantasmas, o sea, los que aparecen en las tablillas y los que realmente cobran. Los de las tablillas son para los inspectores, dijeron, y el real para el consumidor.

Se disertó sobre los inspectores, la mayoría mujeres, las que no pueden enfrentar el empuje de vendedores agresivos que se les enfrentan. Dijeron que cuando se hace este tipo de operativo debe haber cerca un agente del orden público, como apoyo a los inspectores, porque el pueblo realmente no hace nada.

Una señora dijo que los carretilleros retiran los productos para crear caos y fomentar malestar en el pueblo y con ello culpar al gobierno acerca de que las medidas aplicadas son las causantes de la escasez.

En la disertación colectiva no estuvo ajeno Acopio, al que acusaron de intermediario y otros apelativos más agresivos; se refirieron a que no pagan en tiempo a los productores y que en las placitas no se rebajan los precios, aun cuando el producto perdió la calidad.

Tuve que dejar mi entretenida espera, me tocó mi turno y dejé al auditorio en plena faena expositiva.