«No pude concentrarme porque mi papá estaba entre la vida y la muerte»
Pero Yasmani estuvo grave, sumamente grave, tanto, que fue trasladado a La Habana y recibió las mejores atenciones en el Hospital Hermanos Ameijeiras. Cada parte médico le rompía el corazón, sumado a la diabetes y la hipertensión
La visita a Yasmani y a Noemí se las debía hace rato. Pero hoy después de varios meses llegamos hasta allá con el acompañamiento de Galería Corazones.
Justo detrás de «los amarillos», en el único edificio de la zona vive la familia que protagonizó momentos tensos en agosto, septiembre y aún siguen. Yasmani nos recibe y me reservo las palabras exactas que me dijo cuando me conoció (eso me demostró que hice bien mi trabajo).
Noemí, que no para de hablar, nos cuela café. Nos sentamos a conversar y los chiquillos dan vueltas por la casa.
Desde una de las habitaciones se ve la zona industrial. Cuando Noemí supo que Yasmani tenía que ir para allá en la pipa aquel 5 de agosto, cada diez minutos lo llamaba al celular.
También nos narra en detalles cada hecho. Aunque sentía el vapor no sabía la gravedad de las quemaduras.
Por eso Noemí, cuando su habitación se iluminó sabía, intuía que algo malo había pasado y por suerte la llamada de su esposo que estaba en el Hospital Faustino Pérez le permitió respirar.
Pero qué imágenes, todo el personal de Salud hidratando, curando, canalizando venas (y todavía hay gente que habló mal de ellos esos días). Noemí al verlo solo dijo: «De esta vamos a salir».
Pero Yasmani estuvo grave, sumamente grave, tanto, que fue trasladado a La Habana y recibió las mejores atenciones en el Hospital Hermanos Ameijeiras. Cada parte médico le rompía el corazón, sumado a la diabetes y la hipertensión. Y así pasaron los días con Yasmani boca abajo en la cama, con sus curas e injertos.
El incendio en la Base de Supertanqueros cambió la dinámica de la familia: los niños tuvieron que ir para el campo. Noemí permaneció del lado de acá del cristal junto a su esposo dos meses y un día.
El no regresó a Matanzas en ambulancia, sino en carro. Ellos tenían que pasar primero por el Rincó. La fe y el agradecimiento iban de la mano. Después llegaron los días de baños de playa, tal como le recetó el médico, de visitas de amistades y amigos que llegaron al quinto piso.
Y así volvieron las competencias de levantamiento de pesas del hijo mayor y los juegos de pelota de Anthony, que es triple campeón.
Cada integrante de la familia me narra su historia, pero me quedo con las palabras de Anthony, que por esos días tenía pruebas para ingresar en la EIDE: «No pude concentrarme porque mi papá estaba entre la vida y la muerte»…