26 de enero de 2025

Radio 26 – Matanzas, Cuba

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Oda a los mártires revolucionarios cubanos

La fecha se ha convertido en una gloriosa jornada para ensalzar la numerosa lista de héroes que ofrendaron su vida a la causa independentista nacional y, entre ellos, a los combatientes Raúl Pujol Arencibia y Frank País García, caídos en igual fecha pero del año 1957 y a quienes, hoy rendimos homenaje.
El 26 de julio de 1959, al calor del sexto aniversario del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el entonces Ministro de Agricultura, Pedro Miret Prieto, propuso al Consejo de Ministros la designación del 30 de julio como Día de los Mártires de la Revolución Cubana.
Desde ese momento, el penúltimo día del séptimo mes se ha convertido en una gloriosa jornada para ensalzar la numerosa lista de héroes que ofrendaron su vida a la causa independentista nacional y, entre ellos, a los combatientes Raúl Pujol Arencibia y Frank País García, caídos en igual fecha pero del año 1957 y a quienes, hoy rendimos homenaje.Raúl Pujol: justicia y generosidad hasta el fin

Las filas del Movimiento 26 de Julio tuvieron en Raúl Pujol Arencibia a uno de sus más fervientes integrantes, cuyo sentido de la justicia, patriotismo y denuedo le hicieron repudiar con creces las crecientes atrocidades de la tiranía batistiana y accionar hasta las últimas consecuencias por derrocarla.Nacido el 2 de diciembre de 1918 en el central Palma de Palma Soriano, otrora provincia de Oriente, Pujol Arencibia comenzó su vida académica en Santiago de Cuba y, desde muy temprana edad, laboró como mensajero y aprendiz de dependiente de ferretería, al tiempo que fue masón y encontró en la pesquería una de sus más adoradas pasiones.

En su periplo revolucionario destacan su apoyo en cuanto a ropas y dinero a varios de los sobrevivientes de la contienda moncadista y su presencia en las actividades clandestinas que, como resistencia a las fuerzas de Batista, se materializaban en la zona, así como su protagonismo en la organización de la Resistencia Cívica santiaguera y el hecho de prestar su hogar para múltiples reuniones del referido Movimiento 26 de Julio, al que orgullosamente pertenecía.

Asimismo, una vez conformado el II Frente Oriental, asumió la responsabilidad de garantizar el equipamiento y suministros necesarios para las fuerzas rebeldes, tomando además la ferretería de su pertenencia como centro de operaciones para el flanco revolucionario.

Pero el pertinaz afán de los sicarios del régimen batistiano de cercenar su accionar insurrecto se consumó el desafortunado 30 de julio de 1957 cuando, tras una delación, fue sorprendido junto a su compañero Frank País García y ambos fueron privados de su existencia.

Frank País: bregar Patrio desde la clandestinidad 

El 30 de julio de 1957 la mayor de las Antillas perdió a otro de sus más valerosos hijos, un joven que con poco más de dos décadas de vida, consolidó su ser a la causa revolucionaria cubana hasta convertirse en uno de sus más emblemáticos artífices y una piedra en el zapato para la hegemonía batistiana.

Nacido el 7 de diciembre de 1934, este santiaguero llamado Frank Isaac País García heredó de sus progenitores la pureza y rectitud de sus principios y obtuvo meritorios resultados académicos, además de desarrollar una creciente pasión por las artes y la literatura, aprendiendo incluso a tocar el piano y el órgano.

Su evidente liderazgo estudiantil le permitió encabezar la Asociación de Estudiantes de la Escuela Normal de Santiago de Cuba y una vez graduado de maestro normalista, fundó un colegio de superación para obreros y organizó el denominado Bloque Revolucionario de Estudiantes Normalistas.

De igual forma, ingresó a dos organizaciones: el fallido Movimiento Nacional Revolucionario y Acción Nacional Libertadora, de la que acabó desligándose por desavenencias ideológicas y, durante este período, encabezó múltiples manifestaciones juveniles contra el régimen y desarrolló un importante quehacer periodístico al distribuir propaganda antigubernamental y escribir artículos que repudiaban el mandato batistiano.

Entre 1953 y 1954 asumió como secretario de la FEU Oriental en la Escuela de Pedagogía y presidente de su buró agrario, al tiempo que se integró a los comités pro-reforma agraria y de lucha contra el canal Vía-Cuba, proyecto imperialista simpatizante con fragmentar a la Isla en dos partes y, pese al revés militar del 26 de julio, continuó propugnando la lucha armada como alternativa para socavar a la tiranía desde Acción Liberadora Nacional, estructura que creó en 1954.

A este organismo le sucedió Acción Revolucionaria Oriental, que fue adicionando a obreros, campesinos y demás adeptos desde toda la Isla, hasta renacer como un importante frente rebelde bajo el rótulo Acción Nacional Revolucionaria.

Posteriormente asumió la jefatura de Acción y Sabotaje de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio, organizó el levantamiento armado del 30 de noviembre en su ciudad natal en apoyo al desembarco de los expedicionarios del yate Granma y, en febrero de 1957, ante la supuesta muerte de Fidel Castro, se unió a otros combatientes para conducir al periodista Herbert Matthews, de The New York Times, donde el líder histórico y desmentir los rumores.

Nunca faltaron los detractores de su accionar sociopolítico e insurrecto y, tras una feroz cacería, el 30 de julio fue sorprendido junto al mencionado Raúl Pujol Arencibia en el Callejón del Muro y, una vez advirtieron los victimarios que se trataba del principal artífice de la lucha clandestina, la represión mortal fue inmediata.

Un mes antes perdía a su hermano Josué por similares motivos y, al igual que entonces, la conmoción no se hizo esperar. La nación se sabía desprovista de uno de sus más gloriosos defensores, el retoño de Francisco País Pesqueira y Rosario García Calviño, cuyo existir, aunque efímero, le hizo “el más valioso, el más útil, el más extraordinario de nuestros combatientes”, tal como el Líder Histórico posteriormente le califaría.

Un día glorioso para Cuba

Desde que el 10 de octubre de 1868, el grito de Carlos Manuel de Céspedes devino punto de partida para que la mayor de las Antillas buscase alcanzar su emancipación, una interminable lista de valientes, de arrojo, sentido de la justicia y patriotismo henchidos, destella en el firmamento de la Revolución cubana.

Tuvieron que transitar poco más de nueve décadas para que el sueño del Padre de la Patria encontrase en Fidel Castro su materialización el 1 de enero de 1959 y que Cuba hubiera de crecerse con cada desafío que el escoger el camino del socialismo implicó a su pueblo, para disgusto de la voracidad imperialista en su afán de controlar todo aquello que le hace frente.

Los ideales de José Martí, la intransigencia militar de Agramonte, Maceo, Gómez, el vigor juvenil de Guiteras, Villena, de la Torriente, Mella, la conducción de Fidel, Raúl, Almeida… Sería imposible enumerar en tan limitadas líneas el invaluable bregar de tantos hermanos caídos, niños, jóvenes, adultos, ancianos, cubanos o no que, jamás serán olvidados, pues su huella pervive, reverbera, ennoblece.

Marcado por la cruenta lucha y el desmedido sacrificio de quienes honrosamente bregaron por la independencia, el Día de los Mártires resulta entonces la ocasión oportuna para recordar a estos mambises del ayer, del hoy y del mañana cuya impronta enarbolaremos eternamente, pues, como dijo nuestro Apóstol «como sagrado queda el seno donde palpitó un héroe: la vida le es como perenne cántico: se le ama en la gloria, y en el error se le amaría: lo ampara y rodea el pueblo filial, con el amor más tierno y firme, que es el del agradecimiento».

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