Temporada ciclónica en Cuba: preparados y alertas
El pasado primero de junio inició la temporada ciclónica en la región del océano Atlántico tropical y aunque se prevé una moderada actividad con al menos once ciclones, cinco de ellos con probabilidad de convertirse en huracanes, no está demás adoptar las medidas pertinentes y protegerse antes estos peligrosos eventos.
Extendiéndose hasta el próximo 30 de noviembre, la temporada ciclónica continúa representando un llamado a la población al trabajo preventivo y la información oportuna en aras de reducir las vulnerabilidades, proteger bienes y recursos humanos y materiales, así como potenciar la oportuna y rápida actitud ante posibles desastres y embates que estos fenómenos ocasionen.
Desde 1996, el Instituto de Meteorología de Cuba se sumó al limitado número de naciones que elaboran sus propios pronósticos estacionales sobre la actividad ciclónica, cuyo valor científico resulta esencial para profundizar en el conocimiento de los factores oceánicos y atmosféricos que inducen al surgimiento de un mayor o menor número de estos fenómenos, a la vez que ofrece una visión aproximada de la cantidad de sistemas tropicales de interés que pudieran formarse en nuestra área geográfica.
Ante la inminencia de un desastre natural, el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil cuenta con un plan de enfrentamiento que incluye las fases Informativa, de Alerta y Alarma ciclónicas, así como la Fase Recuperativa, las cuales están focalizadas en la disminución de posibles afectaciones mediante medidas específicas, cuya observancia ha de ir de la mano con la protección de la salud, en tiempos donde la COVID-19 y otras afecciones aún podrían perjudicarnos.
Según la Guía familiar para protección ante ciclones tropicales la fase informativa es la destinada a comunicar a la ciudadanía sobre la posibilidad del impacto de un ciclón tropical e implica la adopción de medidas preventivas. La de alerta se establece cuando existe probabilidad del impacto de ciclón en un plazo no mayor de 48 horas e implica el aumento de las medidas y la evacuación de personas residentes en sitios de alto riesgo.
Cuando la inminencia del impacto de ciclón no sobrepasa las 24 horas, estamos en presencia de la fase de alarma, donde se ponen en práctica los planes elaborados y finalmente, la etapa recuperativa. Tal como su nombre lo indica, se establece tras la salida del evento meteorológico del territorio nacional y se implementan las labores de rehabilitación necesarias para la recuperación de las zonas afectadas.
En cada una de estas fases la familia debe concebir un grupo de medidas para la protección de sus integrantes, sus bienes (que incluye a mascotas, animales de crianza) y la economía familiar ante el peligro de los ciclones tropicales y también en caso de que la vivienda ofrezca seguridad, la posibilidad de contribuir a la protección de otras personas.
Resulta pertinente entonces el llamado al cumplimiento de las orientaciones de la Defensa Civil de nuestro país y a que la población se mantenga correctamente informada para amortiguar los embates de posibles eventos meteorológicos de esta índole.