El Patio del Abuelo Pancho y la magia de los doce meses (+audios)
Hoy sábado 22 de julio cumple un año «El Patio del Abuelo Pancho», esa suerte de refugio infantil colmado de magia y sonrisas. Un espacio de arte y encuentros concebido por Rocío Rodríguez Fernández y la tropa de teatro El Mirón Cubano que se ha convertido, al paso de estos cálidos doce meses, en un sitio de obligado regreso.
En el Patio… se mezcla de buena y dulce manera el teatro con el sortilegio de la matanceridad, con el lenguaje enorme de las pequeñas cosas, con las leyendas que nos forman desde adentro y nos permiten crecer hacia afuera, queriendo más a la ciudad que nos habita y a las personas que comparten nuestro espacio.
Ese hechizo que convierte a los niños en protagonistas de las historias y siembra lo bello en las familias, eso que nos nace con fuerza, y alimenta, y amalgama. Eso que quizás, apurados de realidad, olvidamos cuando crecemos.
Rocío nos cuenta algunos detalles…
Hoy se cumplen doce meses que anuncian vida eterna, porque el Patio siempre recibe con sorpresas, con el aliciente de lo nuevo y lo mágico. Porque Abuelo, sí, el querido y siempre presente Francisco Rodríguez, les acompaña en la distancia y en la cercanía interior de los corazones. De él, llega parte de la fuerza…, la otra, esa energía que regalan, ¿de dónde llega? Rocío nos cuenta…
Ella, la hija de Pancho, ha confesado también que su padre «fue un gran abuelo, un abuelo tierno y dedicado, al punto de la obsesión y no pocas de las majaderías de Diego -su hijo-, se las debemos al abuelo Pancho. Como también le debemos tantas buenas maneras, sueños, anhelos que acompañarán a Diego por siempre. Entre esas buenas, están las historias que le gustaba contar, entre ellas, las más queridas, las leyendas matanceras.
«Mi amor a Matanzas nació de mis padres, de su mirada hacia su historia, hacia su gente. El Patio del Abuelo Pancho es un espacio homenaje, también es un espacio que soñamos juntos, un espacio para contarle a los niños, los nuestros, esas hermosas historias que nos hacen cómplices de estas tierras. Un espacio también para jugar y cantar porque son los cantos de los abuelos los que luego les hacemos a nuestros niños y de esa tradición, de ese compartir nuestro canto, crecen más fuertes los pueblos y sus gentes.
«El patio del abuelo Pancho es un espacio para encariñar a los abuelos, seres necesarios, seres raíces, seres historia, la historia que nos acuna en el presente, la historia que en el futuro, nos aguarda.»
