Educación sin fecha de vencimiento
Mi abuela habla siempre de su juventud con ese brillo chispeante en las pupilas, que no se apaga por avanzado y sofisticado que sea el mundo moderno. Cuando mima habla de esos tiempos pueden pasar las horas que me parece estar leyendo uno de mis libros favoritos. Y no porque aquellos años fueran color de rosa, para nada; abuela vivió también los tiempos convulsos de persecución y miedo a la tortura, conoció ese susto que sintieron tantas familias involucradas en la lucha clandestina. Sin embargo, me gustan mucho las historias sobre la educación que recibió de sus padres.
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