30 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

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¡Este es Frank País!

Como contara uno de sus compañeros, Frank País García solo pedía un mes más para dejar bien organizado el abastecimiento de armas, municiones y hombres, con el fin de doblegar la dictadura de Fulgencio Batista.
Frank País

Con apenas 22 años Frank País García fue asesinado por los esbirros de Batista el 30 de julio de 1957 en el Callejón del Muro, una calle de Santiago de Cuba.

Frank País
Con apenas 22 años Frank País García fue asesinado por los esbirros de Batista el 30 de julio de 1957 en el Callejón del Muro, una calle de Santiago de Cuba.

Algo en él había germinado desde aquel 10 de marzo. El golpe de estado que se regodeaba en poner de rodillas a la patria, quebró los posibles miedos de Frank. A Cuba había que defenderla, aunque él fuera apenas un joven de 18 años con planes de casarse y formar una familia.

Desde entonces no cesó de trabajar, primero como líder estudiantil y luego al frente de la lucha clandestina en Santiago de Cuba; capaz de organizar el levantamiento del 30 de noviembre en apoyo al desembarco del yate Granma.

Sabía que peligraba su vida y por eso, como contara uno de sus compañeros, Frank País García solo pedía un mes más para dejar bien organizado el abastecimiento de armas, municiones y hombres, con el fin de doblegar la dictadura de Fulgencio Batista.

Ese 30 de julio de 1957 la pistola calibre 38 que portaba debajo de la camisa sería la justificación perfecta para los esbirros que lo perseguían. “¡Este es Frank País, Coronel!”, confirmó un antiguo compañero de estudios, luego de reconocer su rostro de joven valiente detrás de los espejuelos oscuros y bastó ese vil grito para que arremetieran brutalmente contra él y su amigo de lucha, Raúl Pujol Arencibia.

El ruido feroz de la ametralladora sobrecogió el Callejón del Muro y sus alrededores, mientras Frank País recibía 22 balazos a sangre fría y su amigo no corría mejor suerte.  Al día siguiente Santiago de Cuba lloró la muerte de estos dos hijos en cortejos fúnebres que llegaron a abarcar más de 20 cuadras.

Flores desde los balcones, emotivos discursos, huelgas que se extendieron durante casi una semana e incluso hasta otras provincias, hablaron más alto que aquellos disparos.

Habían sido asesinados de nuevo dos jóvenes injustamente. Había muerto el alma de la lucha clandestina y el pueblo le llevaba vestido de verde olivo, con un brazalete del Movimiento 26 de julio, hasta el cementerio de Santa Ifigenia.

Pero ese joven David, como también lo llamaron secretamente, inspiraría al pueblo a combatir con más fuerza la ola sangrienta de persecuciones y torturas. Se convertía así en otro motivo para defender a Cuba y el honor de todos sus mártires.

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